El pasado sábado 24 un grupo de jóvenes –algunos muy jóvenes- se pintarrajeaban de negro ante la puerta principal del Ministerio antes llamado “de Agricultura” y en los últimos años de Medio ambiente, Medio rural y marino. El objeto de la concentración y de las manchas y tiznones era protestar por el anuncio de prospecciones por parte de España en la gran bolsa de petróleo existente, según todos los indicios, en aguas próximas a las islas Canarias.
Es mucho lo que se ha escrito sobre el tema y la polémica promete ser verdaderamente fuerte, pero la experiencia personal de quienes vimos la manifestación fue observar la repulsa casi unánime de los ciudadanos que pasaban por allí, la mayor parte de ellos ya en la tranquilidad del fin de semana. Los comentarios no eran precisamente elogiosos hacia los tiznados y, todo hay que decirlo, pacíficos militantes de un ecologismo que, esta vez, rema contra corriente.
¿Lo explotamos entre los dos o lo explota Marruecos solo? Esta es una pregunta que puede derribar la bandera de la causa ecologista en referencia a la crisis anunciada por las prospecciones canarias, y no es “la pregunta del millón”, sino la de 28.000 millones que es el tesoro que podría encerrar el yacimiento que Repsol se dispone a explotar en aguas del archipiélago canario. Los primeros navegantes que llegaron a las maravillosas islas creyeron haber encontrado allí el jardín de las manzanas de oro. ¿Habremos llegado de verdad al paraíso español del oro negro?
El presidente canario Paulino Rivero prefiere seguir apostando por el desarrollo turístico y teme que el impacto ambiental causado por las prospecciones y por el hipotético funcionamiento de los pozos pueda arruinar la imagen de Canarias como paraíso del descanso y de las vacaciones de ingleses y alemanes adinerados, sin contar con el de los compatriotas peninsulares. “Vamos a impulsar medidas para hacer inviable la explotación de petróleo en nuestras costas”, llega a anunciar el máximo mandatario insular.
Por su parte el ministro de Industria, José Manuel Sierra, plantea el dilema a que antes nos referíamos: ¿Dejamos a Marruecos la exclusiva de la extracción del crudo? La controversia del debate viene alimentada por las conocidas diferencias políticas entre ambos mandatarios, toda vez que es conocido el enfrentamiento que sostienen desde que el ministro Soria abandonó el pacto de gobierno en las Islas denunciando la complicidad de Coalición Canaria con el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero.
El yacimiento que se está cuestionando aseguraría el suministro del 10% del consumo diario de crudo en España, 100.000 barriles al día ¡en plena crisis económica! y con un porcentaje insostenible de paro, que golpea de manera especial en Canarias, hasta el punto de que llega a preocupar la dependencia excesiva del turismo que afecta al archipiélago. Demasiado complicado como para que el ecologismo enfoque de manera frívola, cuatro muchachos y otras tantas chicas pintarrajeados, un tema seguramente imposible de parar, pero que sí requiere observación con lupa en torno a la reducción de posibles impactos ambientales.
No es el ecologismo juvenil, sino la moderna, pero ya madura ciencia de la ecología, con su especialidad en estudios de impacto y restauración del medio, quien tiene que estar presente en el debate. Con toda seriedad y con todo el peso científico, ponderando también el balón de oxígeno que esta explotación pudiera suponer para el ahogo de la crisis.
Porque la crisis y la pobreza no entiende ni de carnavales ni de romanticismo, y por este camino la causa ecologista camina derecha a la derrota.
Naturalia