La huelga general y política del sindicato unitario CCOO-UGT ha sido un fracaso. Como estaba previsto, la ciudadanía ha ido, mayoritariamente, a trabajar demostrando ser más responsable que los mal llamados agentes sociales. Los pocos incidentes que ha habido han sido consecuencia de la violencia piquetera.
Salvo en las televisiones públicas en donde los sindicatos son más cerriles y en las empresas de automóviles en donde los sindicatos son más inconscientes aún, la huelga política de CCOO-UGT ha sido, simplemente, una huelga de liberados.
Lo de las televisiones públicas entronca, curiosamente, con la idea que tienen los sindicatos del significado de servicio público en relación con el derecho de los ciudadanos a ser informados. O sea, ninguna. Y lo de las empresas del sector del automóvil está en relación directa con lo poco inteligentes que son los sindicatos españoles. España no se caracteriza, precisamente, por tener una industria de la automoción propia. Aquí sólo se fabrican coches porque nos dejan hacerlo los alemanes, los franceses o los americanos. O sea, que estamos de prestado en el tema. Con lo que este triunfo de la huelga en ese sector lo único que está consiguiendo es acelerar la deslocalización y que esas empresas de montaje de automóviles se vayan a países del Este o asiáticos.
El fracaso de esta huelga se relaciona directamente con la caducidad del sindicato convocante. Ayer, en el acto de calentamiento de liberados y piquetes en general que hizo CCOO-UGT se produjo un hecho absolutamente significativo de la realidad en la que vive. Fernández Tojo, uno de sus líderes más significados, se permitió el lujo de insultar entre bromas y veras al diario ABC porque había salido a la calle con antelación, debido a la imposibilidad de hacerlo hoy a causa de esta huelga. Era un hecho absolutamente respetable. Cada empresa es dueña de sus actos empresariales. Pero los insultos de Tojo no fueron más que una alegoría del miedo que este sindicato unitario le tiene a la libertad y más concretamente a la libertad de información. A ellos no les gusta que se sepa lo que hacen. Les va la clandestinidad, ese tic que aprendieron en el franquismo y que se ha convertido en todo un síndrome.
A Toxo y a todos los que allí estaban reunidos lo que les hubiera gustado es que en España no se informase de la huelga. De ninguna manera. Como le gustaba hacer a aquel socialismo idílico que había tras el telón de Acero y que tanto añoran. Sin duda viven en una realidad virtual. En un Matrix sindical de juguetes rotos. Una pena. Y este sindicato resultante de la unión de facto entre CCOO y UGT debería hacérselo mirar.
Y creo que este fracaso hará posible que, por fin, cambie su hora, abandone sus planteamientos anticuados y se disponga a hacer algo por su país y no vivir del cuento como ha hecho desde que murió Franco.
Pinocchio