Aunque es verdad que los sindicatos y la patronal han estado cerca de tres años mareando la perdiz a vueltas con propuestas de reforma y sin llegar a puerto, tengo escrito que la reforma laboral impuesta por el Gobierno Rajoy rompe con cuarenta años de la filosofía que ha marcado las relaciones de producción en nuestro país. Una forma de armonizar los intereses de empresarios y trabajadores a través de la interlocución delegada en manos de la patronal y los sindicatos. Pese a los grandes episodios de desencuentro (González, Aznar y Zapatero también tuvieron que afrontar huelgas generales), lo cierto es que la fórmula funcionó y la prueba es que, en poco más de una generación, España ha experimentado el mayor grado de desarrollo económico y bienestar social de toda nuestra Historia.
Es verdad que desde hace cuatro años, en razón de la crisis financiera y el colapso de la industria de la construcción, tenemos alrededor de cinco millones de parados, pero el problema, con ser grave, no debería hacernos perder la perspectiva. Si los bancos pasan del diesel a la gasolina y resuelven sus problemas de liquidez: han tenido el Fondo de Rescate con cargo al Erario y tienen las gangas del Banco Central Europeo, así que ya no se pueden quejar, en cuanto empiece, como digo, a circular el crédito y se reanude la actividad económica, saldremos de la crisis. Tardaremos dos o tres años, pero saldremos. Por eso importante, que, pese al dramatismo que en términos formales apareja una huelga general, Gobierno, sindicatos y patronal se obliguen a restablecer los puentes.
El objetivo es recuperar la paz social, el mayor logro de la Transición política española y la palanca ha conseguido que España esté entre los diez primeros países del mundo en términos de bienestar y de justicia social. La confrontación ininterrumpida conduce a algo peor que la nada, conduce a endurecer las relaciones sociales y a provocar la exclusión de los más desfavorecidos. Incluso amenaza la buena salud de la democracia porque endurece las relaciones entre los distintos poderes que actúan como necesarios contrapesos en una sociedad moderna y avanzada. Puentes, hay que tender puentes. Cuanto antes se pongan a la tarea el Gobierno, los sindicatos y la patronal mucho mejor será para todos.
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Fermín Bocos