Semana grande para Mariano Rajoy: después de sus éxitos electorales en Andalucía y Asturias, el PP volvió a ganar en la calle, derrotando a los malvados sindicatos. Por lo visto, aunque ustedes hayan visto lo contrario, ayer no hubo una rotunda huelga general ni tampoco cientos de miles de personas protestaron contra el Gobierno en una de las movilizaciones más masivas en años. Leyendo según qué periódicos, escuchando según qué radios, uno solo puede asombrarse de que Javier Arenas no sea ya el presidente andaluz, o de que Méndez y Toxo no presenten hoy mismo su dimisión irrevocable.
No hay nada peor que creerte tu propia propaganda y todo apunta a que en el PP aún siguen convencidos de que aquí no ha pasado nada. Para cualquiera que hubiese estado antes en las manifestaciones de la penúltima huelga general –la del 29 de septiembre de 2010–, es evidente que la de ayer tuvo un seguimiento varias veces mayor, por mucho que desde el Gobierno aseguren lo contrario. Negar la realidad y minimizar lo ocurrido solo sirve para cabrear aún más a los millones de trabajadores que ayer hicieron huelga; por si no estuviesen ya lo bastante indignados.
Con todo, las protestas de ayer son pequeñas, comparadas con las que nos quedan por delante. Esta mañana conoceremos el programa oculto del PP, segunda temporada. Con seguridad, nos espera una nueva ronda de flagrantes incumplimientos electorales, adornada con alguna guinda supuestamente progresista que, cuando la miremos de cerca, se quedará en casi nada. En el bombo se sortea otra rebaja en el sueldo de funcionarios, nuevas subidas de impuestos (hay quien dice que el IVA, otros apuestan por el de Sociedades), copagos varios y unos durísimos recortes presupuestarios que dejarán aún más escuálido a nuestro anémico Estado del bienestar.
Con todo, lo peor no serán solo los recortes, sino que esta dolorosa penitencia resultará completamente inútil. La política de austeridad que receta Merkel a toda Europa es tan eficaz contra la crisis como lo fueron las sangrías de los matasanos de la Edad Media contra la peste bubónica (o los sacrificios mayas contra la sequía). El durísimo ajuste que impone a España la canciller alemana nos condena a una recesión con consecuencias aún más duras de lo visto hasta ahora. Por el bien de la UE, más nos vale que en Francia gane Hollande.
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Ignacio Escolar