martes, noviembre 26, 2024
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Carta de un defraudador amnistiado

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“Muy señores míos:

Espero que al recibo de esta se encuentren bien, yo bien gracias a Dios. Bueno…, no exactamente bien ni exactamente gracias a Dios. Hoy me es placentero anunciarles y comunicarles que me encuentro tremendísimamente contento, súper súper bien y mega feliz gracias al Excelentísimo Señor Presidente del Gobierno…: ¡gracias a Mariano! Es más: gracias a su obra y gracia puedo afirmar sin el más mínimo temor a equivocarme que acabo de vivir los cien mejores días de mi vida, y ojo porque he tenido días no buenísimos sino superiores.

El viernes día 30 del pasado mes de marzo me dieron la guinda del suculento pastel que se empezó a cocinar a finales del mes de noviembre del año pasado y que se empezó a servir, sólo, claro está, para exquisitos paladares, poco antes de las Navidades de ese 2011. Un manjar bien repleto de manjares que como les decía fue culminado el pasado 30 del mes pasado con la aprobación por el Gobierno de la tan ansiada y tan justísima amnistía fiscal. Les contaría cómo lo celebré, pero mejor ¡imagínenselo!

El caso es que ese día referido se abrió ante mí no ya un horizonte de negocios o inversiones, que también, sino un baúl bien hermoso rebosante de billetes. Un dineral hasta ese momento clandestino que amasé sin pudor alguno con variadas operaciones inmobiliarias en aquellos años, no tan lejanos, de borrachera monetaria colectiva. Un montón de dinero (“jurdoses” que diría aquel  albañil manchego tan gracioso y tan salado que trabajó en algunas de mis obras) que no podía ni lucir ni disfrutar con la alegría que se merecía y yo siempre me he merecido porque corría el riesgo de meterme en un buen lío del que complicado tendrían sacarme mis buenos contactos. Una fortuna mía y sólo mía, porque yo lo valía y lo valgo, que a la fuerza tenía que tener dormida (o en duermevela para ser más exactos porque sí que iba sacando con cautela fajitas para caprichitos diversos) que ahora puedo aflorar sin miramientos por un módico precio para gozarla como ella se merece, y yo más, o para, en su caso, ir reinvirtiéndola poco a poco en negocios si no opacos sí “opaquitos” que como perfectamente pueden imaginar haberlos los hay y más que los habrá porque, como diría el “alondra” manchego al que me referí (¡qué gracioso y qué ingenioso él!) “cuando las ganas de joder aprietan ni los culos de los muertos se respetan”… (y disculparán la expresión, el vulgo es lo que tiene).

Amnistiado por tanto y por ello regularizado para re-pavonearme pinturero en mi riqueza, he de volver al comienzo de esta carta cuando les expresaba “que me encuentro tremendísimamente contento, súper súper bien y mega feliz gracias al Excelentísimo Señor Presidente del Gobierno”…, porque “gracias a su obra y gracia puedo afirmar sin el más mínimo temor a equivocarme que acabo de vivir los cien mejores días de mi vida”. Y es que, claro, antes de ese perdón del viernes de dolores (¡menudo overbooking va a tener este año la cofradía malagueña de Jesús “El Rico”!) ya nos habían dado motivos, razones y argumentos para estar casi de fiesta constante (obreros por supuesto no tenemos en la familia).

A saber: crujen a los trabajadores con impuestos y subidas de precios lo que les deja tan tiesos que no tendrán otra que trabajar al precio que sea, en lo que sea y con las condiciones que se les fijen o impongan; aprueban, ¡qué clarividencia!, una reforma laboral que nos permite despedir a precio de saldo, pagar salarios requetejibarizados, y manosear a nuestro antojo a los trabajadores; y además, y por no citar mucho más y no cansarles, habilitan dinero fresco a las administraciones para que puedan pagar a sus proveedores, que somos yo y vosotros, y son tantos y tantos amigos, socios y adláteres.

En definitiva: un chollo, una bicoca, una ganga, ¡un negociazo! Vamos, que lo que les decía: no hay más que motivos para estar, como yo lo estoy, tremendísimamente contentos, súper súper felices y mega mega satisfechos. ¡Estamos que lo tiramos!, ¡¡y esto no ha hecho más que empezar!!

Recibid un saludo afectuosísimo, y siempre a vuestra disposición.”

NOTA: todo parecido con la realidad NO es mera coincidencia.

Javier Manzano-Estrella Digital

Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.

Javier Manzano

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