La Semana Santa es una época propicia para reflexionar sobre el presente y en especial sobre el pasado de nuestras vidas, en el cual se unen recuerdos de nuestra infancia y referencias morales y culturales que todavía perviven.
Así esta Semana Santa del 2012, como siempre, está siendo un festival de teatro, procesiones, performances, músicas y películas que intentan mantener unas tradiciones muy concretas. Unas obras han quedado como atracciones turísticas y culturales, otras como fervorosos y sinceros ritos. En el cine las películas también eran y son reclamos muy oportunos. Antiguamente obras como “El Judas” o “El beso de Judas”, que se proyectaban puntualmente en los cines mantuvieron una tradición que por otro lado les permitió una larga vida comercial.
Con la llegada de la tele el tema ha cambiado. En este festival cinematográfico últimamente destacan superproducciones como Ben-Hur o los 10 Mandamientos que pese a los años, mantienen su vigencia en la actualidad.
Me explicaré: no me digan que no ven analogías entre ese Moisés que conduce a su rebaño hacia la tierra prometida, a la cual no podían definirla, con nuestro señor Rajoy. Uno y otro obedecían oráculos que les habían sido revelados. En exclusiva. Ya sea divinos o merkelianos.
Ambos, estaban y están en mitad del desierto sin tener muy claro hacia donde dirigirse pero con un convencimiento clarísimo de que habían emprendido el camino correcto.
Acosado por la tibieza y frialdad de sus seguidores andaluces y asturianos y la crítica de sus adversarios que le organizan una huelga general, nuestro moderno Moisés se recluye en la Moncloa, desde donde nos anuncia sus mandamientos o presupuestos que si bien son duros, durísimos, abren la mano a la misericordia, de acuerdo con las fechas que invitan al perdón y anticipan la parábola del hijo pródigo mediante una amnistía fiscal que ha sorprendido a todos, indignado a muchos y supongo que alegrado a unos pocos privilegiados cuyos haberes residían extramuros.
El asunto es apasionante. Es más: no deseo perderme el final de esta película con un argumento entre histórico y bíblico que transcurre en estos días en los cuales los malos son perdonados, los buenos más exigidos mientras unos y otros seguimos en el desierto en busca de la tierra prometida que tal vez puede ser un Las Vegas a la española.
De momento: de Charlton Heston ya no me acuerdo ni de su cara; en mi mente el Moisés 2012 es don Mariano.
Hasta la próxima semana.
Paco Fochs – Estrella Digital
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