La “espantá” de Rajoy ante los periodistas en el Senado es un síntoma de cómo están las cosas en España y en el Gobierno. Por eso Rajoy que, es cierto, bastante tiene con poner en orden la herencia que dejó Zapatero, debe ponerle las pilas a sus colaboradores para evitar episodios como el mencionado y conocido por media Europa.
Ha sido un grave deterioro de la imagen pública del Presidente del Gobierno, pero no ha sido el único, sino el último de una serie de descoordinaciones impropias de unos gabinetes a cuyo frente hay políticos y profesionales con experiencia en la gestión política y periodística. Al menos es lo que se les suponía.
Hasta periódicos de marcado carácter conservador y que han aplaudido, como no podía ser de otra forma, las medidas anticrisis del Ejecutivo se lamentan y se hacen cruces ante la falta de una política informativa clara y serena.
Es conveniente que Rajoy les lea la cartilla a sus ministros para que dejen, de una santa vez, de corregirse y matizarse los unos a los otros. Los ministros del Gobierno no están para dar opiniones personales en público, sino para explicar las acciones que se están llevando a cabo para salvarnos de esta situación. No es permisible que el recorte de 10.000 millones en educación y sanidad se conozca por una nota de prensa, como de tapadillo.
Rajoy no les puede permitir durante más tiempo a sus ministros que sigan dando palos de ciego en sus comparecencias públicas.
Después del episodio del Senado el presidente ha sabido que en La Moncloa tenían un problema de comunicación. Ya ha empezado a corregirlo y debe continuar siendo exigente con sus colaboradores para evitar episodios como el del martes.
No están las cosas para perdernos por las ramas.
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