Ante la gravísima situación que vive España, debido fundamentalmente, aunque no solo, a la crisis económica, se han empezado a escuchar algunas voces en el seno de eso que se suele llamar la sociedad civil que reclaman un entendimiento entre los dos grandes partidos nacionales, el PP y el PSOE, que representan a cerca del 80% de los españoles, entendimiento al que podría sumarse partidos mas pequeños como UPyD pero que indudablemente tiene también una proyección nacional y una visión de Estado.
Desgraciadamente, los hechos apuntan a que mucho tendrían que cambiar las cosas para que ese entendimiento, en el momento presente, fuera posible. Las causas de esa imposibilidad son varias. Por un lado, cuenta mucho el factor personal y no parece que Rajoy y Rubalcaba, dos «viejos» zorros de la política, con muchos trienios a sus espaldas estén en condiciones no sólo de facilitar sino sobre todo de liderar ese entendimiento. Es verdad que el actual Presidente del Gobierno hizo una oposición dura, de esa que niega habitualmente el pan y la sal, en los cuatro últimos años de los gobiernos de Zapatero. Pero también es verdad que Rubalcaba no es la persona que por algunas actuaciones en el pasado, genere mas confianza en su adversario político.
La cultura del pacto y del entendimiento que se llevó a cabo en los años de la transición política, no parece muy factible aplicarla ahora. Y es una pena, porque entonces, aquella política liderada por Adolfo Suárez, que contó con el apoyo, aunque no siempre, de Felipe González e incluso del comunista Carrillo y del líder de la derecha, el recientemente fallecido Manuel Fraga, produjo frutos muy importantes para la convivencia entre los españoles, después de cuarenta años de una dictadura como la del general Franco.
Pero la grandeza de los líderes políticos se mide sobre todo en los momentos tan delicados como los que estamos viviendo en nuestro país. Por eso no es descartable que Rajoy y Rubalcaba o sus entornos, tengan un arrebato de esa grandeza necesaria para aparcar las diferencias y ponerse a remar en la misma dirección para sacar a España de la situación en la que se encuentra, con más de cinco millones de personas en paro y al borde de la quiebra económica. Siempre he mantenido que en la búsqueda de ese entendimiento quien está en el poder tiene que ser más generoso y propiciar el acuerdo con quien las urnas han decidido que esté en la oposición. Así lo pensaba cuando era Zapatero quien estaba en la Moncloa y lo sigo pensando ahora cuando ha cambiado el inquilino del Palacio presidencial. Que esto sea un ejercicio de voluntarismo y de buenismo por quien esto escribe, no lo niego, pero también estoy convencido que es lo que desearían ver muchos ciudadanos, esos a los que tanto Rajoy como Rubalcaba no se cansan de repetir que quieren servir.
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Cayetano González