Hoy me he levantado flex. ¿Se acuerdan del anuncio de colchones de la televisión? Esos felices ciudadanos que saltaban en plena la calle por lo bien que habían dormido…pues eso me ha pasado a mí hoy, tras semanas de dolor de espalda… dolor de cabeza, corazón y bolsillo. He de reconocer que hace tiempo que no me acercaba por el firmamento de Estrella Digital, pero hoy tras muchos días de silencio vinícola, reaparezco cual Cristo resucitado. Quizá no sea el mejor analogismo según está el patio con la iglesia, los obispos bocazas y los recortes a esta institución de luces y sombras.
Las noticias con las que todos los días desayunamos son como latigazos en nuestra maltrecha espalda y lo peor es que el calvario no ha hecho más que empezar. Así es normal que más de uno desfallezca en el camino y el pesimismo inunde nuestros pensamientos. Pues qué quieren que les diga, yo hoy me siento flex y no por la flex-ibilidad laboral de esa reforma que siendo necesaria, ponen los pelos de punta o por las flex-iones que tendré que hacer tras la ingesta masiva de torrijas en el hogar familiar…no es el caso, hoy mi re-flex-ión del vino tira por derroteros optimistas. El público, sabio él, ha perdonado los excesos del vino. Esos que le reñían por coger mal la copa, por ser un rácano a la hora de comprar un vino, o por elegir un vino no premiado en alguno de los cientos de de concursos que pululan por el sector. Últimamente, lo raro es que no te dieran uno y para muestra los más de 450 premios de la pasada edición de Bacchus 2012. Pues a pesar de ello, el vino sigue sobreviviendo y a pesar de habérselo puesto difícil, los amantes de esta bebida de dioses siguen sucumbiendo a sus encantos.
Me gusta ver cómo las grandes superficies han sido receptoras de esta necesidad y entre carritos, ofertas 2×1, lechugas y huevos es posible encontrar un espacio para el vino. Atrás se ha quedado la exclusividad de tiendas especializadas, donde como si de catedrales se trataran, casi era de recibo hablar en susurros al dependiente estirado. Ahora en las grandes superficies se grita al niño pidiéndole que no toque las botellas, se busca el vino más ajustadito a nuestros bolsillos sin vergüenza a decirlo y se cuenta con personal más o menos cualificado para asesorarnos. Que no tengamos que volver a ver esa compra de vino por etiqueta o nombre curioso dejándolo todo al azar, cual ruleta rusa. Además, estos supermercados que están haciendo mucho por divulgar el consumo de vino clasifican los vinos de otra forma a la que estamos acostumbrados. Hasta ahora se dividían por denominaciones, donde la mayoría de las veces los consumidores no conocían más de cinco de las setenta y tres que, por ahora, tenemos. ¡Casi nada!. Pues en este alarde por desmitificar el vino, también podemos encontrarlos clasificados por vinos frescos, clásicos, afrutados…e incluso por situaciones: para cita romántica, aperitivo, para regalar…¿por qué no? Es márketing, y muchas veces habría que decir mucho de estas clasificaciones subjetivas, pero es indudable que esto puede ayudar a llegar mejor al consumidor y ser un punto de in-flex-ión.
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María D. Nepomuceno