El diccionario ideológico de la lengua española de la Real Academia define la palabra ejemplaridad como «calidad de ejemplar». Yendo a este término se define ejemplar como «que da buen ejemplo y merece por tanto ser tenido como modelo». No parece exagerado decir que la última actuación del Rey, yéndose a cazar elefantes durante una semana al sur de África, no pueda ser tildada de ejemplar, sino mas bien todo lo contrario. Con el agravante de que de no haberse producido la rotura de cadera y su traslado urgente a España para ser operado, no nos hubiéramos enterado de este viaje, como parece que tampoco lo sabía en todos sus términos el presidente del Gobierno.
Se dice de una forma un poco cursi pero que no le resta un gramo de verdad que el Rey es el primer ciudadano español. Su obligación de dar ejemplo, de ejercer con responsabilidad y ejemplaridad sus funciones está por encima del común de los mortales. Negar que don Juan Carlos ha prestado grandes servicios a España sería no reconocer la realidad. Su papel en la transición política facilitando el entendimiento entre los españoles; su decidida oposición al golpe de Estado del 23-F son dos claros ejemplos de ello. Gracias a ese tipo de actuaciones y a otros factores -su campechanía, su cercanía a la gente- este país es mayoritariamente «juancarlista», lo cual no significa que sea monárquico.
Pero el Rey sabe de sobra que ese caudal de afecto popular acumulado durante estas últimas décadas se puede estar dilapidando en los últimos tiempos por acontecimientos que afectan negativamente a la Casa Real. El «caso Urdangarín» es el más claro de ellos, al que todavía le queda un largo recorrido en el terreno judicial. Por eso, se entiende muy mal que en un clima creciente de cierta desafección hacia la Monarquía que don Juan Carlos representa; en unos momentos de gravísima crisis económica con mas de cinco millones de personas en paro, el Rey no tenga otra ocurrencia mejor que irse durante una semana a cazar elefantes al sur de África, siendo a estos efectos indiferente que el viaje y la cacería estuviese pagada por los amigos con los que compartió su afición cinegética. Es una cuestión de estética no de dinero.
Siempre habrá quien quiera aprovechar este viaje para pescar en las aguas revueltas. ¿La conducta del Rey es criticable? Por supuesto que sí. ¿Debería disculparse ante sus conciudadanos? Es una posibilidad que sería muy bien recibida. Pero de ahí, a aprovechar para arremeter contra la Monarquía y negar todo lo que don Juan Carlos ha hecho en estos años por España, es claramente un exceso. Además, pensando en el futuro, su sucesión está muy bien garantizada en una persona que no ha dado más que muestras de sensatez y buen criterio como es el Príncipe Felipe de Borbón al que seguro que tampoco le habrán gustado algunas cosas que últimamente están pasando en su entorno más cercano.
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Cayetano González