Palabra del rey, ahora de plena actualidad: “Las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar”. ¿Es responsable que el jefe del Estado desaparezca en pleno acoso de los mercados contra la deuda española, en la semana en la que España es el epicentro de la crisis del euro? ¿Es ejemplar que el rey se gaste en unos días de excéntrico safari lo que a un español medio le cuesta ganar casi dos años de trabajo? ¿Es adecuado cazar una especie amenazada como el elefante africano por mucho que en un país como Botsuana sea un lujo legal?
Por supuesto, nadie plantea que el rey no tenga derecho a unos días de ocio y asueto, o que su condición de jefe del Estado le prive de toda intimidad. Pero faltan aún muchas explicaciones que la Casa Real debería dar. ¿Pagó el rey de su bolsillo el safari o se dejó invitar? ¿Por quién? Las personas que financian al jefe del Estado estos caprichos –en caso de que se trate de un regalo– ¿tienen negocios con la Administración o intereses en España? ¿Cuánto cuesta del dinero de todos los españoles desplazar hasta Botsuana a los escoltas, al médico y a los asistentes que viajan con el rey? ¿A cuántos safaris equivalen esos 170.000 euros que, en gesto austero, anunció que iba a recortar de sus gastos anuales la Casa Real?
El escándalo del elefante africano no es anecdótico. No lo puede ser cuando la monarquía española lleva ya meses de escándalo en escándalo, cuando la crisis económica disuelve la confianza de los ciudadanos en todas las instituciones, cuando ni su propia familia se libra de la mancha de la corrupción. De poco sirven los enroques de rey de algunos medios, empeñados en defender lo indefendible. En juego está, a largo plazo, la propia supervivencia de la institución, cada día más cuestionada por la ciudadanía. Si los Borbones pretenden seguir reinando por muchos años en España, necesitan algunas reformas urgentes y un cambio de actitud. El rumbo actual les lleva a una ruptura con la sociedad de consecuencias aún hoy imprevisibles. Cuando se escriba esa historia, lo sucedido en Botsuana será un episodio importante.
Ignacio Escolar