Sin querer, pero con la fiesta de la caza, acaba de dejarme sin argumentos para defender todo esto que está pasando alrededor de la Casa Real.
No es que yo sea de los más monárquicos, pero tengo fe en D. Juan Carlos. Y la tengo porque ha sido una pieza fundamental para salir de aquel túnel negro en el que estábamos metidos cuando, en Noviembre de 1975, murió Franco. El franquismo desembocó en un periodo incierto y esperanzador que el actual Rey supo aderezar adecuadamente y ofrecer un sendero que, finalmente, resultó acertado. Con problemas, pero fuimos haciendo camino para llegar hasta aquí, hasta la democracia y el Jefe del Estado tuvo mucho que ver en ello. La Monarquía no ha sido nunca un problema y si una referencia para todos los que sentíamos la democracia. Y sigue siéndolo, que nadie se equivoque, porque hay mucha gente atenta a cualquier error para poner en duda una de las Instituciones de nuestro país que mejor ha funcionado a lo largo de nuestra reciente historia democrática.
Pero ya sabemos que hay sectores, de poca importancia social, que estarían dispuestos a aprovechar cualquier error para ensalzarlo y aprovecharlo. Y error ha habido. Por eso me quejo. Ir de caza cuando la economía está siendo acosada, como lo está siendo, no ha sido la mejor opción. Quizá en otro momento no se hubiese notado tanto, pero con la que está cayendo, en general, y en el entorno del Rey, en particular, el desacierto es total. El mismo accidente pero sin estar precedido de las andanzas de Iñaki Urdangarín, de la propaganda surgido por el desgraciado accidente del hijo de la Infanta Elena, mientras pasaba unos días de descanso con su padre, y esos comentarios, poco constructivos, de las relaciones de pareja entre el Rey y la Reina, no hubiera sido lo mismo. Pero las cosas suceden cuando suceden. Si D. Juan Carlos no se hubiera roto una cadera, seguramente, no nos hubiéramos enterado de nada, pero se la ha roto y por tres sitios.
Pero la realidad es que este Rey significa confianza porque ha dado a la Monarquía esa solidez que la representa. Ha creado la figura del “Juancarlismo”, que sirve para recibir el apoyo y el afecto de un sin fin de ciudadanos que podrían no estar de acuerdo con este sistema que consagró la Constitución.
El accidente de la cadera deja una imagen que no beneficia en nada. Que atrae a todos esos que se manifiestan con la bandera republicana, grupos que no se atreven a situarse abiertamente porque no saldrían victoriosos de una consulta popular pero que no dejan de meter el dedo en la llaga con la intención de minar eso que funciona. No obstante, la Monarquía parlamentaria representa a todos o, al menos, no está tan parcelada como lo estaría si el Jefe del Estado fuese del PSOE o del PP. ¿Quién ofrece más estabilidad a la Jefatura del Estado, con D. Juan Carlos o alguien como Felipe González o José María Aznar?.
Es un error pero la Institución sigue siendo una garantía de estabilidad. Pero, joder, un poco de atención.
Pedro Fernández Vicente-Estrella Digital
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