Vivimos en una sociedad espástica, que pasa de la exaltación de la libertad a cogerse la libertad con un papel de fumar de los que ya no se fabrican, y a hacer dengues y cucamonas porque, de repente, todo le parece libertinaje. Los médicos británicos, a los que se les supone, además de conocimientos de su materia, sentido común, están realizando grandes presiones para que Mc Donalds y Coca Cola no puedan anunciarse en los juegos olímpicos. Estas dos grandes firmas ¿han cometido algún terrible delito y están fuera de la Ley? No, no, lo que sucede es que a los médicos británicos no les parece conveniente que haya anuncios de comida rápida asociados a acontecimientos deportivos, te lo juro de mi madre, que dicen en Modorro de los Infantes. O sea, que por las carreteras, mientras conduces, puedes encontrarte grandes vallas publicitarias sobre las satisfacciones que te puede proporcionar un ron o un whisky, y que si las tomas mientras conduces o antes de conducir te pueden llevar al otro barrio, y matar a otras personas, y eso está permitido, pero los médicos británicos no soportan que un espectador a contemple la carrera de los 400 metros lisos, y su candorosa vista tropiece con un anuncio de Coca-Cola, porque a los médicos les parece contraindicado, no sabemos si para el deporte, para el consumidor, para los médicos o para los fabricantes de whisky.
Si nos ponemos estupendos, deberíamos prohibir los anuncios de pescado, porque pueden contener mercurio, y los de carne, puesto que pueden llevar clembuterol, y poner guardias jurados para que en ningún restaurante se ase la carne a la parrilla, porque la grasa produce benzopirenos, y todo el mundo sabe que si te tomas 100 kilos de benzopirenos en dos años, puedes sufrir un cáncer. Nada de anuncios de automóviles en las pruebas deportivas, ni de aditamentos de gasolina en las carreras de coches, porque los aditamentos, si los tomas con el zumo de naranja, te pueden matar. Y nada de anuncios de clínicas, porque a la gente le puede dar por operarse, y, sobre todo, perseguir cualquier anuncio de fármaco en las proximidades de los hospitales, no vayamos a influir en los médicos británicos, aunque si se cumplen sus radicales restricciones igual prohíben la enfermedad, con lo que -no sé si se han dado cuenta- se quedarían en el paro.
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Luis del Val