El mejor discurso del Rey en los últimos tiempos ha sido también el mas breve. Con once palabras: «Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir «, dio por zanjada una de las mayores polémicas a las que se ha enfrentado en su reinado. Don Juan Carlos es humano y mortal, es un rey cercano, campechano y afable que siempre gana cuando se muestra como es y no se sitúa por encima del bien y del mal, como algunos cortesanos que se sienten más súbditos que ciudadanos le sugieren. Su petición de perdón ha sido un gesto que le honra y que además de ejemplar debería resultar ejemplarizante para una clase política que nunca se arrepiente de nada. Sabe el Rey, mejor que nadie, que la Corona se hereda pero no es fácil sostenerla y la reacción sobre la polémica cacería de elefantes es una muestra de ello. Evidentemente un borrón no puede ocultar toda una trayectoria y el Rey se ha ganado a pulso la confianza de los españoles en estos 37 años, con un historial repleto de servicios a España y especialmente por su papel durante la transición. Se fue de cacería y el cazado fue él. Este es ya un episodio pasado, pero el futuro pasa por armar mejor la estructura de una institución que por su importancia debería estar mejor reglada y más regulada.
Estos días se ha hablado de que el Monarca debería abdicar a favor del Príncipe Felipe, que es un joven inteligente, muy preparado y que ha estado siempre a la altura de las circunstancias. Inmediatamente muchos han visto en esta petición oscuras pretensiones para debilitar la Monarquía y manos negras de republicanos de izquierda y derecha, agazapados y deseosos de cargase a la institución. Comparto que, con la que está cayendo en España, no es el momento oportuno de abrir ese debate, pero con calma y sosiego no estaría mal un traspaso de poderes ordenado para que sea su hijo quien tome las riendas a medio plazo. No estaría mal abordar el desarrollo del articulo 57 de la Constitución y a través de las pertinentes disposiciones evitar que el heredero en un futuro se vea en un trance similar, como han sugerido algunos.
El Rey tiene la edad que tiene y cualquier otro ciudadanos español estaría ya jubilado, lo que no significa retirado. Hay grandes hombres en nuestro país que, aun dejando la primera línea pública o política siguen aportando su sabiduría que es mucha y muy necesaria en estos momentos. Los cambios generacionales son duros y desde luego no soy yo quien defienda que la juventud es un merito por si misma, pero tal vez esta polémica haya servido para entreabrir la puerta a una nueva etapa que tarde o temprano tendrá que llegar.
Estos días se ha recordado que esta no es la primera vez que un Rey de España se ve en el trance de pedir perdón a su pueblo. Lo hizo Alfonso XIII en el 31, con la enorme diferencia de que lo hizo mal, fuera de tiempo y ya de camino al exilio. No es comparable ni mucho menos una cosa con la otra, como no lo es la trayectoria de don Juan Carlos y la de su abuelo. Es una exageración igualmente afirmar que la corona ha entrado en barrena aunque este sí sea el «annus horribilis» para la Monarquía española rodeada de episodios chuscos y amistades peligrosas.
Por otro lado, dicen que la Reina ha tenido una intervención decisiva en la resolución de esta crisis y yo lo creo porque, como su propio esposo dijo, es una profesional y de las grandes. Es reina, madre y esposa, lo cual si no es fácil para nadie menos para ella, que es plenamente consciente de lo complicada que puede ser para su hijo la sucesión si no se cortan de raíz determinados escándalos.
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Esther Esteban