Leo que la taquilla del cine español ha caído un 42% en lo que va de año y que de 43,5 millones de euros de recaudación ha pasado a 23,5. En cambio, las películas extranjeras, las americanas han recaudado 157 millones. Lo ha dicho el presidente de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales Españoles, Pedro Pérez, que es una autoridad en la materia. Lo sorprendente es que se extrañe de esto. Lo sorprende es que no haya caído más todavía. Lo peor, cierto, es la pérdida de empleo en el sector, pero como en el resto de España. No iban a ser diferentes. Lo que sería inaceptable, tal y como está el país, es que sigan acumulando privilegios y subvenciones y además, haciendo un producto malo, malo de solemnidad. Mientras las series de televisión podría decirse que están a la vanguardia, el cine español ha retrocedido a pesar de todas las ayudas que ha recibo. A lo mejor ha sido por eso, por la comodidad en la que se ha instalado. Es innegable que la crisis frena la asistencia a los cines, pero el descenso para ver las pelis americanas es bastante menor. De lo que se deduce, y no descubrimos nada, que el cine español es malo, aburrido, insulso e incapaz de atraer al público. Sin directores de tronío, salvo Almodóvar, y hay que ver los bodrios que hace últimamente, sin productores que arriesguen y sin guionistas cualificados, el panorama es desolador. El barbecho se completa con unos actores que son para echarles de comer a parte. Si los dos máximos exponentes son Imanol Arias y José Coronado, por no hablar del que se ha metido a política, Toni Cantó, apaga y vámonos. Con lo coñazo que es el cine español, es un verdadero milagro que la taquilla únicamente haya perdido el 42%. Menos mal que nos queda Torrente, el único que ha salvado los muebles a pesar de todas la malas críticas.
Y se extrañan de que no se llenen las salas, pero si que no hay quien lo vea… Es que el cine español es muy malo. Pero es lo que hay.
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