Resulta que ahora Urdaci ve una salida a su situación y va proclamando a los cuatro vientos de Twitter que quiere volver a Televisión Española. Pero no lo hace de una manera limpia y serena, no. Lo hace insultando y llamando “pogredumbre” a quienes según él le “odian” o colocando la foto de un caballo relinchando en alusión a Rubalcaba. Es para lo que ha quedado Urdaci, un joven y prometedor periodista que se metió en el fango de la manipulación e hizo de ella un modo de práctica de este oficio. Lo peor es que ese magisterio lo han seguido muchos e incluso lo han superado. Una cosa le honra, es fiel a su podredumbre y si antes insultaba a la inteligencia en sus telediarios hoy lo hace a través de las redes sociales. Es verdad que ahora con menos clase, pero tampoco se podía esperar mucho más de quien ha pasado a la historia por conseguir que RTVE fuera condenada por manipulación en la información que ofreció la televisión pública de la huelga general de 2002. Y no solo eso, como se recordará, produjo el sonrojo al leer la sentencia de forma despreciativa hacia el sindicato Comisiones Obreras, con el famoso y vergonzante ‘cecéoo’.
Con seguridad es una pataleta y ganas de hacerse notar, pero aunque no sea él, todo pinta que en el Pirulí mandará alguien como él. Al tiempo.
Le toca decidirlo a Rajoy y, según van las cosas, se va a lucir como se lució de Cospedal colocando a Nacho Villa al frente de la televisión de Castilla-La Mancha y nombrará a otros de esos periodistas “independientes” que habitan las sombras de la caverna. Pero no a Urdaci. Él mismo se ha estigmatizado y la desvergüenza y el rencor supuran por sus heridas. Eso ya no lo cura ni es pastizal que le paga el Pocero.
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