lunes, noviembre 25, 2024
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Menos diputados, mejor representación

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El alcalde de Getafe y diputado en la Asamblea de Madrid, Juan Soler Espiauba, ha propuesto a título personal y en torno al Congreso Regional del Partido Popular de Madrid, que la cámara legislativa autonómica revise su estructura y composición para responder a la situación de recorte del gasto público. Es razonable asomarse al funcionamiento de nuestro sistema democrático con el fin de perfeccionarlo, y una forma clara de hacerlo es adaptándolo a las circunstancias que nuestra sociedad vive en cada momento. Es importante, por otra parte, distinguir entre la reducción de la capacidad de control del parlamento, un mal indeseado, y el estudio sobre la dimensión óptima que este debe tener en un momento de crisis, e incluso, más allá, definiéndolo de acuerdo con la realidad objetiva y no en función de completar las aspiraciones de los partidos políticos para satisfacer la demanda interna de colocación. A nadie se le escapa que muchos de nuestros representantes reducen su actividad parlamentaria a emitir el voto, apoyar con gestos las intervenciones de sus líderes y a lucir su cargo entre sus conciudadanos.

La propuesta del alcalde y diputado Soler no es ni extemporánea ni el fruto de un análisis sin base rigurosa. De hecho, la Asamblea de Madrid funcionaba con diputados con dedicación exclusiva y otros con tareas a tiempo parcial hace no mucho tiempo, y lo hacía correctamente. Necesitamos que nuestros políticos respondan, sean controlados y que expliquen sus decisiones. Necesitamos que los políticos se esfuercen, debatan y propongan cosas serias y que sean representativos del sentir popular, que es complejo y diverso. Tanto es así que las manifestaciones del 15M ya reclamaban un mayor acercamiento de la política a la sociedad con el paradigmático eslogan “No nos representan”.

Pues bien, una buena forma de hacerlo es asumiendo un recorte de privilegios y un ajuste de plantilla, de tal manera que sin mermar la capacidad operativa que les sea precisa, asuman los rigores de la crisis económica del mismo modo en que lo hacen otros sectores de la función pública y de los servicios públicos asistenciales. Seguramente, no sería más que un gesto. Pero hay veces en que los gestos son más que importantes para que todos nos sintamos igualmente afectados por la necesidad de reducir el gasto público. Y una forma seria de hacerlo es ver a quienes lo demandan apretándose ostensiblemente el cinturón. Para dar ejemplo y para ahorrar.

Editorial Estrella

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