domingo, noviembre 24, 2024
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El IVA es solo el principio

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Hay cuatro grandes recortes que Alemania y los mercados exigen a España: subir el IVA, bajar el sueldo a los funcionarios, rebajar las prestaciones de desempleo y recortar las pensiones. Mariano Rajoy ya ha entregado una de prendas y en los próximos meses tendrá que rendir alguna de las otras tres que faltan, tal vez las cuatro. Todo lo demás –del repago sanitario a los recortes en educación– son simples cacahuetes: gestos con los que el Gobierno pretende mostrarse contundente en su lucha contra el déficit. No es que no sean medidas duras para la ciudadanía, lo son. Pero no bastan para cubrir el insoportable ajuste del gasto público que exige Alemania a España.

El margen de maniobra de Mariano Rajoy es casi inexistente. Angela Merkel no se fía de él. No le ve capaz de cumplir con el déficit y por eso no le da ni agua. Entre otras cosas, por su postura irresponsable cuando estaba en la oposición. La canciller alemana llamó por teléfono a Rajoy en mayo de 2010 para pedirle que apoyara el tijeretazo de Zapatero. El PP votó en contra.

Rajoy maneja solo dos opciones y las dos son malas para España: o cumple con el programa de recortes que exige Alemania –y el BCE a cambio compra bonos españoles para evitar que la prima de riesgo se despeñe–, o da largas a Alemania para evitar las recetas más duras y son los mercados quienes nos mandan a la lona, disparando el coste de financiar la deuda. Las dos opciones se resumen en una: o recortas por las buenas o recortas por las malas. De una manera u otra, los dos caminos llevan al mismo sitio: a una recesión insoportable, a un paro insostenible, donde se corre incluso el riesgo real de que se rompan las costuras de la sociedad española. ¿Dónde está el límite en el desempleo? ¿Cuántas familias más sin trabajo ni esperanza hacen falta para que el país estalle?

Además del ajuste fiscal, hay otro problema más aún por resolver: la refinanciación de la banca. Parece seguro que hará falta dinero público –en forma de inyecciones de capital o de banco malo– para salvar al sector financiero del colapso. ¿Cuánto? No se sabe, el agujero del ladrillazo es insondable. Pero probablemente será una cifra que obligue a España a pedir un rescate parcial a Europa: unos fondos que no saldrán gratis y vendrán con condiciones durísimas.

Hay una tercera vía para España: plantar cara a Alemania con el apoyo de otros países de la UE que están igual de acorralados; negarse a un precipitado ajuste fiscal que nos conduce al desastre. No parece que desde el Gobierno siquiera se debata tal cosa. Irónicamente, la única esperanza para el país y para el propio Mariano Rajoy pasa porque un socialista, François Hollande, gane las elecciones en Francia y ponga freno a Alemania.

Ignacio Escolar

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