Por si no tuviéramos pocos problemas, se nos avecina uno más, tan peliagudo como desestabilizador. Me refiero a la crisis política que ya se dibuja en el País Vasco. No se debe culpar al Partido Popular del más que probable adelanto de las elecciones en las Vascongadas, se trata más bien de una consecuencia inevitable de las diferencias programáticas entre los dos grandes partidos constitucionalistas de Euskadi y de la estrategia del lehendakari socialista Patxi López, cuya brújula de navegar parece indicarle ahora un itinerario distinto al que se diseño cuando él y los populares se embarcaron en la singladura histórica de atravesar la legislatura sin timoneles nacionalistas. La experiencia, termine como termine, ha sido claramente positiva y la normalización en aquellos territorios una realidad indiscutible.
El futuro, sin embargo, se nos presenta tan distinto como inquietante. Circula por allí una comisión de intermediación formada por singularísimos personajes de la farándula internacional, convocados a esta charlotada por los cómplices de la violencia asesina de ETA y algunos vascos bien intencionados que bailan al son que tocan los abertzales más radicales e independentistas. Los comisionados aseguran que hablan en nombre de la banda criminal y solicitan una reunión de los etarras con los gobiernos de España y Francia para negociar, entre otras lindezas, el acercamiento de los activistas condenados a tierras vascas y su posterior excarcelación. Entonarán después la conocida cantinela titulada “edifiquemos pacíficamente un Estado Vasco que incorpore a la euskalerria francesa y el Reino de Navarra”. Estos muñidores de trapicheos olvidan culpablemente que ETA no se ha disuelto todavía y sus pistoleros siguen de paseo por Francia con la pistola al cinto, y miran para otro lado cuando se les dice que algunos mozalbetes expertos en la guerrilla urbana quieren enrolarse en la organización a la que dicen representar. Para este viaje no necesitamos alforjas llenas de pacifistas iluminados, con la guardia civil y la policía tenemos más que suficiente.
López tiene varios problemas: algunos dirigentes de su partido se han acercado demasiado a la dichosa comisión, las encuestas no le auguran nada bueno en las próximas elecciones autonómicas y muchos de los votos tradicionales de la izquierda podrían acabar en el zurrón de los batasunos. Un panorama desalentador para él y para todos los que defienden allí la unidad de España.
A los socialistas vascos no les queda más salida que provocar la ruptura con el Partido Popular, agradeciéndole los servicios prestados, y ofrecerse como ama de llaves al Partido Nacionalista Vasco, una alternativa que ya se experimentó con buenos resultados en el País Vasco. De esta forma y recuperando aquel viejo refrán de “no hay mal que por bien no venga”, Patxi López podría dedicarse, de la mano de Rubalcaba, a disputarle el futuro a Carmen Chacón.
Puestos en lo peor de una coyuntura tan oscura y complicada, podríamos encontrarnos con un frente amplio soberanista que convirtiera aquella parte de España en un avispero vasco.
Fernando González-Estrella Digital
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