La marea verde, trabajadores públicos, de la televisión, sindicalistas, trabajadores de la sanidad, estudiantes, mujeres maltratadas, organizaciones juveniles, los menores que necesitan una defensa y una larga lista de madrileños y madrileñas esperan una explicación para entender la tomadura de pelo que ha supuesto el descontrol presupuestario de la Comunidad de Madrid. La misma Comunidad que ahora exhibe una desviación del cien por ciento en el déficit regional y que ha puesto en evidencia la falta de credibilidad del gobierno de España ante los socios comunitarios y las instituciones financieras.
Estamos ante la adversidad de una crisis financiera, acometiendo recortes de extraordinaria dureza mientras en los organismos internacionales y en los llamados mercados nos examinan con lupa y perdemos, un poco cada día, el componente imprescindible de credibilidad que la urgencia de la situación nos demanda. Ayer, la famosa herencia recibida justificaba una revisión del déficit; hoy, son las comunidades bandera del PP las que obligan, por sus falsos datos contables, a revisar el cálculo del déficit público nacional.
Las pomposas declaraciones de los consejeros de la Comunidad y la soberbia de su presidenta se enfrentan a la realidad de los hechos: en una sola semana se han revelado como falsos dos milagros económicos de la derecha, Rato y la eficacia en la gestión de la polémica señora Aguirre, hoy enfrentada a su cruda y penosa incompetencia como administradora pública.
Si no fuera por el alcance de las consecuencias, tapadas con penosa sutileza por el mismo gobierno que ha sido traicionado y que hoy se pone colorado ante el resto del planeta, este asunto sería un justo epitafio para el futuro político de los políticos regionales del PP, siempre tan atentos en buscar defectos en los dirigentes de su propio partido, en los sindicatos, los trabajadores públicos y la oposición.
Lo más dramático es que hoy sabemos la verdad tras una larga ocultación porque los inspectores de la Unión Europea y de firmas de auditores van a examinar las cuentas y ya era inevitable la transparencia, si es que ésta que ahora se conoce es toda la verdad que hay que conocer.
Es hora de explicaciones y de que la oposición se rebele – como pretendía la señora Aguirre cuando en su mesianismo llamaba a la rebeldía social contra el IVA, el que su partido subirá en breve plazo- contra este despropósito y también de que se nieguen a participar de la ceremonia de los recortes que tiene prevista la presidenta en una inaceptable reforma del presupuesto recién aprobado. Todo diseñado para ocultar el déficit y todo saltando ahora por los aires.
No es de extrañar, claro está, que hace tan solo unas semanas, la deslealtad constitucional llamara, para desviar la atención y prevenir el escandalo por si este se producía, a devolver competencias al estado. Normal, después de la ineptitud y la incompetencia de su equipo frente de ellas. Tomás Gómez, secretario general del PSM-PSOE, líder de la oposición en una cámara asfixiad,a debe llenarse los pulmones y reivindicar luz, taquígrafos y explicaciones
El próximo pleno de la Asamblea de Madrid – esa institución congelada en el absoluto silencio por obra de la mayoría absoluta de Aguirre- debería ser monográfico para conocer la verdad del presupuesto y de las actuaciones de los dirigentes regionales que hasta hoy se jactaban, reían y se mofaban de los demás – incluso dentro de su partido – con la patente de corso que da la impunidad de repartir millones en publicidad mientras el país se ahoga en la crisis.
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Rafael García Rico