lunes, noviembre 25, 2024
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Maquillaje contable, fracaso político

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Si el déficit público es una pesada carga para el país y su futuro inmediato, el gobierno de la Comunidad de Madrid se está convirtiendo, una vez más, en una pesadilla para la credibilidad de Mariano Rajoy cuando tiene que asumir compromisos ante sus socios europeos, el BCE y el FMI.

Los datos de déficit que ya todos manejamos, no fueron comunicados tras la celebración del Consejo de Política Fiscal y Financiera y del Consejo de Ministros, que precisamente había debatido la Ley de Transparencia, sino que se hicieron públicos con nocturnidad y por medio de una nota de prensa, quien sabe si para aliviar el calvario que ese día debía culminar la nefasta gestión económica del gobierno Aguirre.

Primero fue la intervención de Bankia, por el desastre financiero de la institución, y con ella la falta de credibilidad y las pocas explicaciones dadas por la Presidenta, acostumbrada a repartir culpas a los demás y a no asumir su propia responsabilidad, cuando ella había protagonizado en primera persona el estruendoso escándalo, dilatado durante meses, de la gestión del cambio de Miguel Biesa en Caja Madrid para colocar a su delfín en el gobierno de Madrid, Ignacio González, y que se resolvió frente a Gallardón y Rajoy con un hombre de consenso, el expresidente del FMI, Rodrigo Rato.

La situación objetiva de la Caja, descubierta en la hora de la intervención, quedaba al margen del conflicto: eso no interesaba.

Inmediatamente después del descubrimiento de la verdadera situación de Bankia, afectada por los activos tóxicos procedentes del ladrillo, se produce el anuncio de la verdadera situación del déficit regional: un 100% de desviación con respecto a las cifras dadas, del 1,13 a 2,21 del PIB regional, ni más ni menos que 2000 millones de euros. El buque insignia de la recuperación económica, en palabras habituales de la presidenta, hundido como el Titanic. Y Cuando, entre medias, Aguirre había anunciado, a bombo y platillo, un estrafalario, insólito e inédito procedimiento para “hacer un nuevo” presupuesto para este mismo año ante el estupor de los grupos parlamentarios.

La seriedad que Europa y los mercados nos piden queda en entredicho por tan descorazonadora gestión. Y más cuando Aguirre no tiene más herencia que la de la propia Aguirre. Lo que no es el caso ni de Fabra en la Comunidad Valenciana, que ha depurado en el congreso de este fin de semana a la era Camps de la cúpula del partido, como antes lo hizo de la administración regional. ¿A quién culpará Aguirre? ¿A quién depurará? ¿Qué va a pasar?

El mito de la buena administración de Aguirre se ha desmoronado de forma contundente. La incapacidad de mantener oculta una realidad que Bruselas iba a descubrir, ha puesto en evidencia la gestión de un gobierno de insoportable propaganda y descorazonadora gestión.

Ya no son opiniones, sino hechos.

ESTRELLA DIGITAL lleva semanas haciendo públicas denuncias referidas al presunto comportamiento irregular del vicepresidente, al parecer implicado en asuntos nunca nada edificantes, sino más bien oscuros y confusos.

ESTRELLA DIGITAL ha denunciado el injustificable gasto en propaganda del Canal de Isabel II y del Metro de Madrid con cifras insoportables en tiempos de clamorosos recortes sociales y sin correspondencia con otras instituciones similares de otras capitales y perímetros urbanos de igual o mayor tamaño.

Pero lo que no imaginábamos en ESTRELLA DIGITAL es que la realidad fuera cada vez más transparente ante la opinión pública. Los recortes han terminado por recortar, también, el tamaño de las cortinas que ocultan la verdad, y la verdad descubierta es que Aguirre es una pesada carga para el PP, para el gobierno de España y para el Presidente Rajoy.

Que la gestión económica “ejemplar” de la presidenta es un fiasco, que la actuación de su consejero de economía, señor Beteta, ahora en el Gobierno, en el ministerio que debe controlar a las administraciones autonómicas, es impresentable, y que su estrategia agresiva, provocadora y radical era un entramado en el que florecía el gasto descontrolado, los asuntos oscuros y las tramas vinculadas a la Gurtell, que el juez Ruz vuelve a abrir, precisamente en estos días, con la solicitud de trescientos diecisiete contratos de la administración autonómica.

Es una pesada carga, porque el Gobierno de España necesita, si quiere obtener éxito en su lucha contra la crisis, un colchón de confianza institucional y de respaldo social a su política, tanto en el país como en el resto del mundo. Nuestros problemas son muchos y graves, y este gobierno regional empieza a ser uno de ellos, y no sólo para los madrileños, también para todos los españoles. Y también para el Gobierno y, por supuesto, para el PP.

Una presidenta que dice conocer “partidas maravillosas” para hacer recortes, con su habitual frivolidad, hiriente para quien se debe apretar con dureza el cinturón, no es la persona adecuada para transitar por el complejo recorrido de la agenda reformista del presidente Rajoy.

Lo que es peor, todo apunta a que esta inusitada iniciativa de proponer un nuevo presupuesto y la intervención de Bankia, junto a la llegada de los funcionarios de eurostat, para examinar las cuentas públicas, son piezas del mismo asunto: Aguirre se ha visto descubierta y tras llevar meses proclamando ser el gobierno más austero, serio y virtuoso, se ha visto en la evidencia repentina de hacerse pública la verdad de su desastre financiero y de gestión.

La buena voluntad desplegada por Rajoy acudiendo al congreso regional madrileño del PP y su no menos buena voluntad de cerrar heridas internas en estos tiempos de crisis más importantes, después de haber soportado el continuo cuestionamiento de su liderazgo y de su política por parte de Aguirre, choca ahora con la emergencia de una realidad oculta tras los discursos incendiarios, que pesa como una losa en el conjunto del PP.

El presidente Rajoy, además de una oportunidad, tiene muchas razones para actuar, ya que Aguirre sí que es una verdadera herencia y no un futuro que él tenga la obligación de gestionar.

Mientras, Aguirre debe dar explicaciones.

Editorial Estrella

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