«España está haciendo una cosa muy bien: nuestro déficit exterior, que estuvo en el 11%, cerrará este año por debajo del 1%. Nos hemos endeudado muchísimo, y ese es el problema que hay. Por eso es capital reducir el déficit para crecer», ha asegurado Mariano Rajoy al término de la reunión de Chicago, y ha añadido: «Me parece un debate notable, no creo que haya nadie en el mundo que esté en contra del crecimiento” ironizando el presidente sobre la importancia de colocar el crecimiento por delante de las políticas de austeridad.
Con esta comparecencia, puede que se cierre un ciclo de inconveniencias que ha asolado a nuestro gobierno tanto como a nuestro país, como consecuencia de las tensiones económicas y de la crisis financiera de las cajas.
Estamos en un momento en el que es necesario poner por delante de todo lo demás la calma, la sensatez y la credibilidad. Y eso sabe hacerlo el presidente del Gobierno. Esta es una de esas oportunidades en las que se forja el verdadero liderazgo. España no puede asistir a la impresión de tener un gobierno anestesiado cuando su presidente se demuestra, cuando lo hace, como un excelente transmisor de serenidad, confianza y credibilidad, tal y como decíamos que era necesario.
Los españoles están dispuestos a asumir sacrificios, incomodidades y dificultades si al final del túnel hay luz, si las administraciones demuestran estar comprometidas en el mismo esfuerzo y si el objetivo es rescatar del desempleo a los cinco millones y medio de trabajadores en paro. Nuestra economía es capaz de afrontar su futuro con la responsabilidad necesaria. Y debe hacerlo en la sintonía perfecta con el gobierno.
Para eso es preciso evitar situaciones inaceptables como las que habitualmente generan alguno expertos polemistas, campeones de la provocación y la frivolidad. Nuestra Economía, es decir, nuestro país, necesita el rigor y la fortaleza de un liderazgo que se constituya sobre la templanza y la capacidad de dominar las situaciones adversas y con la tranquilidad para no perder la perspectiva. Rajoy da pruebas de ello.
Nuestro presidente ha mantenido intensos y fructíferos encuentros bilaterales con sus homólogos de la OTAN, incluido Obama con quien ha compartido dos encuentros de los que son propios entre presidentes y no una suerte de conjunción planetaria, como se anunciaba en el pasado y no terminaba de ocurrir, de estrafalaria trascendencia.
Nuestro presidente ha hecho de la discreción y la profesionalidad un estímulo a la eficacia de todos. Ese es su trabajo.
Editorial Estrella