Me cae bien Hollande. No tengo muchos datos, pero su primera decisión al frente de nuestra querida Francia ha sido propia de un hombre con visión de futuro: ha fichado a un político español como ministro de Interior.
El afortunado se llama Manuel Valls, nacido en Barcelona y si bien ha desarrollado su vida y profesión en el país vecino, es este un detalle menor si se compara con la trascendencia de la iniciativa de Hollande.
El máximo representante de la República Francesa ha certificado con este nombramiento que España no solo es un país de tenistas, motoristas, ciclistas, toreros o futbolistas, también cosechamos políticos. Muchos. Es más opino que incluso hemos alcanzado la dimensión de una gran potencia en este campo.
Según datos que cuenta Estrella
Digital , el número de cargos públicos, no funcionarios, que desarrollan su labor en las distintas administraciones e instituciones del Estado Español, ha llegado a 445. 000 aproximadamente.Esta evolución ha situado a nuestro país a la cabeza de Europa pues dobla en número a los políticos de Italia o Francia y cuadriplica a Alemania, siempre según los datos citados que he recogido con gran orgullo. También estaremos de acuerdo en que los países enumerados deben ser un erial político. No cabe otra explicación.
Pero como creo que ustedes conocen, pese a estas halagadoras cifras, la situación económica de nuestro país es algo delicada. Si a esto se le añade la tradicional envidia de nuestros vecinos que padecemos desde hace siglos, la iniciativa de Monsieur Hollande, no hace más que inaugurar un nuevo escenario que convertirá a España en un imperio exportador de políticos. Nos los van a quitar de las manos. No olviden que las innovaciones francesas siempre crean tendencia.
Ante esta nueva perspectiva, servidor a la altura de sus años y experiencia vital se permite ofrecer un consejo a sus compatriotas: por favor, déjenles marchar. No corten las alas al mayor número de estos profesionales y permítanles que encuentren la perfección a través de nuevos y siempre atractivos retos. No seamos egoístas ya que con los funcionarios nos podremos arreglar como sea. Por lo menos unos añitos. Todos sabemos que no es lo mismo, pero no se deben poner trabas a la evolución personal y profesional de la gente.
Adaptémonos a los nuevos tiempos que en el fondo siempre ofrecen ventajas. Fíjense: antiguamente un político sin conocer el idioma del pueblo contaba con un hándicap terrible; ahora con el sistema de traducción de Word, ya pueden escribir pulcramente sus discursos. Así todo.
Hasta la próxima semana.
Paco Fochs -ESTRELLA DIGITAL
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Paco Fochs