La polémica proviene de la falta de información. Nuestras instituciones no confían en el uso que hagamos los españoles de la información que nos den. Debe ser que puede afectar a la confianza de nuestro país entre los mercados. No lo creemos, sinceramente. Es más, es una broma para tratar de aliviar la aspereza de una extraordinaria falta de transparencia que afecta a muchos de aquellos en los que depositamos la confianza para gestionar nuestros intereses, ya sean estos públicos o privados.
El Gobierno prepara una denominada Ley de Transparencia que se debatía en el consejo de ministros que no informó a su finalización de la verdadera dimensión del déficit público como consecuencia del descubrimiento de las verdaderas cuentas de las autonomías de Madrid, Valenciana y de Castilla y León. Una paradoja, puesto que la realidad se impuso tan sólo unos minutos después a la opacidad.
En esto de la ocultación, el disimulo o la opacidad, ningún partido es inocente. No lo es tampoco la Iglesia Católica, ni los sindicatos u otras asociaciones como las empresariales.
El IBI ha sido el detonante de una información que desconocíamos y que, otra paradoja, beneficiaba notablemente a la imagen de los partidos: pues a pesar de poder evitar el pago de tal impuesto en función de lo dispuesto en la Ley de Financiación de los Partidos Políticos y en la Ley de Mecenazgo, tal y como contamos en ESTRELLA DIGITAL, estos lo pagan, y como bien dicen, religiosamente. Hasta cuando la información es beneficiosa la tendencia natural al ocultismo nubla la visión de los administradores y ante la posible duda, optan por la nebulosa.
Nuestro país, sus instituciones, la judicatura, el ejército o las iglesias, cumplen funciones vitales para el funcionamiento del estado. No sólo los ayuntamientos, diputaciones o autonomía, ni el gobierno: todos nos deben claridad, explicación y transparencia. Cuando esto se consiga sin que medie una polémica antes, todo resultara más sencillo. Incluso para facilitar la confianza a los mercados, que otras decisiones incomprensibles, debilitan cuando se trata, por ejemplo, del funcionamiento de nuestro sistema financiero.
Editorial Estrella