jueves, noviembre 28, 2024
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El día de ayer

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El primer día de Philip Roth como Príncipe de Asturias de las Letras ha sido el último día Ray Bradbury sobre la tierra. El creador de los mundos más audaces en el imaginario de los lectores ha sucumbido al peso de la edad en un mundo real lleno de turbulencias y significaciones que confunden la realidad empírica con la más apasionante de las ficciones imaginables.

Ha sido, igualmente, el día en el que los fiscales han abierto investigaciones sobre el origen de la catástrofe de Bankia, un suceso que en nuestra economía adquiere la calificación que en la literatura podían tener las obras de Bradbury, y se asemejan a realidades contrapuestas propias del imaginario de Roth. Ha sido el día en el que la Fiscalía ha archivado, por enésima vez, una tentativa más de abrir y reabrir el caso 11M, cerrado con sentencia firme por los tribunales y de continua y monótona perseverancia para presentarse, de nuevo, en la actualidad informativa y en una idea completamente asimétrica de la verdad demostrada.

Ha bajado la prima de riesgo, lo que debería suponer un alivio objetivo para nuestra economía, y lo será en el corto plazo aunque los españoles piensen, según nos ha contado el CIS, que la percepción sobre el futuro inmediata no es que no sea halagüeña sino que es tan catastrófica como debieron sentir la inmediatez de su destino los gestores de Bankia, hoy investigados.

Ficción y verdad se entrecruzan en una crisis que ya dura demasiado. Lo sienten así muchos españoles y se constata que aún a pesar de estar capacitados para soportar los peores designios, nuestro dolor y nuestra angustia sí conocen límites. Como límites tiene la Puerta del Sol, escenario otrora de la indignación ciudadana, que hoy ha sido el símbolo de lo contrario por obra de la señora presidenta autonómica, que ha premiado por su sufrimiento a los comerciantes de la zona.

Aguirre ha anunciado una rebaja de salarios públicos – empezando por el suyo propio- en un acto más de la cadena de despropósitos que se suceden en su día a día político que la han convertido en un mal reflejo de aquella imagen que ella tenía de si misma como locomotora y modelo del progreso económico de España. Cuando la política deviene en la gesticulación, esta Thacher vocacional termina siendo un espejismo de sus deseos, y más parecida, que otra cosa, a esa histriónica presidenta argentina que hace política de corralito cambiario y la avala con gestos ruidosos de conversión de su fortuna personal, la conocida, en la moneda que nadie, sospechosamente, quiere en su país.

Ha sido, este de ayer, más un día de contrasentidos y liturgias de la imaginación desbocada, de obras de más primorosa fantasía que de hechos de sólida prestancia para hacer avanzar nuestra sociedad en la dirección correcta. Quién sabe si alguno de nuestros políticos hará votos para que desaparezcan los libros como en la obra de Bradbury mediante el fuego purificador. Da la sensación de que esto no estaría lejano cada vez que la señora Aguirre habla de la independencia informativa en la región. Una región que en contraposición con el título más literario de otro escritor fallecido, Carlos Fuentes, de transparente no tiene nada.

Pero en fin, hoy será, ya es, otro día. Afortunadamente.

Editorial Estrella

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