Reconozco que nunca me ha atraído la mitología clásica ni de ningún otro orden. No presumo de ello y comprendo que es una carencia cultural que me priva de la capacidad de comprender e su plenitud una parte importante de la Historia y del Arte. Supongo que por la misma razón no me ha interesado jamás la literatura legendaria y mitológica y (¡reconozco mi pecado!) no he leído a Tolkien. Dicho lo cual, tengo que admitir que parece que la mitología y las leyendas son la única base para tratar de comprender la situación actual de la economía europea y su repercusión mundial, así como para convivir con su posible evolución futura. He desistido del empeño en intentar alcanzar un entendimiento global y completo del problema (de verdad que lo he intentado, de Soros a Krugman, pasando por el resto de sesudos analistas). Y conste que de economía sé algo más que de mitología, pero ya me he saturado de obviedades, previsiones que proyectan deseos y diagnósticos que defienden posturas políticas de uno u otro signo.
La primera ventaja de la metodología legendaria o mitológica como vía para aproximarse a la cuestión de la actual crisis económica y financiera es que permite contemplar cualquier hipótesis sin descartar ninguna, por descabellada que parezca. Se puede considerar una Europa sin euro, un euro sin Alemania, una España con pesetas…
Incluso se pude llegar más allá y trabajar con criaturas fantásticas, que solo existen en nuestra imaginación y cuyas características diseñamos nosotros mismos. Cabe pensar en nuevos países hechos de unos o varios de los actuales o de trozos de los mismos. Es posible imaginar nuevas monedas que nunca han existido, nuevas autoridades, nuevas facultades. Cierto es que esta metodología arruinará a los consultores que se están haciendo de oro preparando planes de contingencia para todo tipo de escenarios que juzgan posibles con mayor o menor grado de probabilidad. Pero francamente tales análisis se me antojan en la mayoría de las ocasiones inútiles. Nadie es capaz de imaginar qué pasaría si el euro desaparece como moneda, aunque tampoco ahora nadie está en condiciones de descartar por completo esa posibilidad. La verdad es que de poco sirve desayunarnos cada mañana con la congoja de una nueva predicción fatal, cuando lo cierto es que nada cierto hay.
Si nos paramos a pensarlo, puede que en el propio origen de todo esté también lo mitológico y legendario, ya que eso y no otra cosa parece el euro que nos quisieron vender y que todos quisimos comprar. Una criatura fantástica llena de virtudes y sin ningún defecto ni sombra. Un precioso unicornio blanco que nos permitiría viajar sin cambiar moneda, comerciar sin riesgo de tipos de cambio y otro sinfín de ventajas, sin que tuviésemos que dar nada a cambio. Pero en mi escaso conocimiento mitológico también hay, dragones y mazmorras, y nuestro bello unicornio adolece de debilidades que esas otras criaturas perniciosas, que son los mercados, atacan de forma inmisericorde.
A partir de aquí ¿qué puede pasar? Cualquier cosa sin otro límite que nuestra imaginación. Aunque ya he reiterado que no sé mucho de esto, creo que en la literatura legendaria siempre triunfan los buenos. Por si acaso, preguntaremos como D. Pío Cabanillas (q.e.p.d.) ¿Quiénes hemos ganado?
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Juan Carlos Olarra