Angela Merkel tiene dinero y el poder que da el dinero, pero no está tan claro que tenga ideas. Rajoy tenía un proyecto antes de llegar al poder, pero la falta de dinero, y de ideas, le ha hecho tomar todas las medidas que había jurado no tomar. Y lo que queda. Hollande ha ganado a Sarkozy porque su discurso encajaba con lo que la gente quiere -trabajo, inversión, crecimiento y no sólo sacrificios- pero en cuanto empiece a gobernar de verdad es posible que no haya nada de lo primero y tenga que apretar un agujero más el cinturón de los franceses. Obama fue una explosión en sus inicios y se ha quedado en una gaseosa. Lo que sucede a todos los niveles -también en muchas empresas, en las comunidades autónomas, en los bancos y hasta en las comunidades de vecinos- es que falta liderazgo.
Tenemos bomberos que apagan fuegos -aunque en la mayoría de los casos los rescoldos se avivan nada más soplar un poco de aire- pero carecemos de proyectos de futuro a corto plazo. El medio o largo ya no se estudia ni en las Escuelas de Negocios.
¿Qué Europa, qué España queremos tener dentro de cinco años? Esa es hoy una pregunta impertinente porque todos pensamos en minutos, en horas o en días. «Los mercados» se cargan en dos horas las expectativas de unas elecciones que todos los «expertos» valoraban como positivas. Los discursos se escriben hoy en twitter y ahí sólo caben 140 caracteres. La cultura kleenex, de usar y tirar es lo contrario del saber. No hay debate, no hay reflexión, no hay ideas. Las Universidades y los filósofos no tienen peso alguno en la realidad social, en los medios o en los despachos del poder y nadie se plantea cuál es el cambio que hay que hacer, sobre qué principios, hacia dónde. Europa y España no tienen un «plan de negocio». Sólo tratan de sobrevivir en una época de incertidumbres.
Y manda demasiada gente. Decía Plutarco que «un ejército de ciervos dirigido por un león es mucho más temible que un ejército de leones dirigido por un ciervo». Nos sobran ciervos, ¿pero dónde está el león? Muchos pensamos que la solución a esta crisis está en «más Europa», en menos burocracia y más unidad, pero ¿quién encabeza este cambio, a quién le damos ese poder superior? La reforma fiscal y financiera, la política común en asuntos clave como la educación, el mercado de trabajo, la reforma del sector público se deberían abordar con la vista puesta en reducir barreras o en eliminarlas -pero con tiento porque desregular todo ya hemos visto a dónde conduce- y con un objetivo conocido. ¿Y quién lo fija? ¿Dónde están los líderes, los filósofos que tienen que marcar el camino? «Para ir delante de los demás se necesita ver más que ellos», decía José Martí. Hoy, en España y en Europa todos necesitamos gafas.
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Francisco Muro de Iscar