En medio de la tormenta que no cesa a pesar de los resultados conseguidos en las elecciones de Grecia del pasado domingo, el Tesoro español ha conseguido el triple de demanda de deuda de la que ofrecía. Hemos tenido que pagar algo más por ella, pero el hecho de que haya apetito de deuda se parece más a la realidad de la economía española. Claro que la confianza es primordial y que las dudas sobre la falta de crecimiento en España en los próximos trimestres son asunto que están ahí, que pesan como una losa y que no desaparecerá fácilmente. Pero, España no es Uganda ni siquiera Azerbaiyán que es en el lugar donde han situado a la deuda de nuestro país. Hay bastante de exageración por eso se entiende cada día peor que el BCE no tenga ya instrucciones de Merkel para que compre deuda española y ésta vuelva a niveles más acordes con la realidad.
Ahora, nos insisten en que subamos el IVA. El Gobierno lo niega y busca otras alternativas que le proporcionen ingresos más seguros y más justos. Ya veremos si puede resistir el envite. Tampoco quiere bajar de nuevo el sueldo a los funcionarios y opta por aumentar las horas de trabajo, quitar vacaciones e introducir una mayor movilidad por la política de amortizar toda plaza que caiga. Ya es hora también de ver un mayor adelgazamiento de las administraciones. En la mesa, acciones importantes sobre los ayuntamientos y los servicios que prestan. Se avecina una fuerte reducción de ediles y unión de fuerzas para ahorrar. En marcha, pues nuevas medidas que unidos a la ley de Emprendedores pueden hacer efectiva la apuesta de las 17 mayores compañías de este país que aventuran con datos, por supuesto, que este país verá la luz el año próximo. Algunos datos esperanzadores ya se están dando en la Seguridad Social, 40.000 nuevos autónomos, o los plenos que se esperan en el turismo. Queda camino, claro, y no precisamente de rosas. Pero hay luces en la oscuridad. Falta que Europa se aclare y se dé cuenta ya de que hace falta más unión, más rapidez en afrontar los problemas y un nuevo concepto de BCE.
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Carmen Tomás