domingo, noviembre 24, 2024
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Marivent, o el síndrome del nido vacío

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La noticia de que ni el Rey Juan Carlos ni el Príncipe Felipe participaran en las regatas que llevan el nombre de Su Majestad, y que desde hace treinta años se celebran cada verano en aguas de la Bahía de Palma de Palma, han causado alarma y preocupación en la islas, no solo en el sector turístico, también entre los políticos y muy especialmente entre los patrocinadores del evento, que ven en esta decisión de la Casa Real, un revés de consecuencias imprevisibles para la economía de las islas, ya que se trata de un acontecimiento deportivo que está considerado como el más importante de cuantos se celebran en el Mediterráneo, y al que acuden embarcaciones de medio mundo, atraídos no solo por la climatología del lugar, sino por la presencia de los miembros de la Familia Real Española, que resulta muy rentable por su repercusión mediática.  

Dicho esto, no podemos olvidar en estos momentos la difícil situación que atraviesa la Familia Real, que poco tiene que ver con la economía pero sí con la imagen que proyectan desde que saltó a los medios el caso Urdangarin y la cacería del Rey en Botsuana, que están tratando de enmendar con decisiones arriesgadas pero muy rentables de cara a la galería como es la presencia del Rey en Algeciras, donde se entrevistó con los pescadores de la zona, a los que apoyó en sus reivindicaciones con Gibraltar, o al viaje que realizó junto a un grupo de empresarios españoles por tierras iberoamericanas donde la figura del Rey es muy respetada y querida.  

Pero siendo todo esto muy importante queda todavía un aspecto que pocos se atreven a abordar y que es el que subyace en muchas de las decisiones que se están tomando en Zarzuela en los últimos meses: la situación familiar esta rota no solo por los tejemanejes de Urdangarin, que también, sino por la poca sintonía de Letizia con sus cuñadas, que parece que se ha acrecentado en los últimos tiempos, debido no solo al caso del Duque de Palma, sino a la ausencia impuesta a la Duquesa de Palma y a sus hijos para evitar que pueda contaminar al resto de la familia. Y sobre todo por el papel de la Reina Sofía, apaciguador casi siempre, pero que ha quedado un poco oscurecido debido a los continuos rumores de crisis de la pareja. Lo que acrecienta más su soledad. Desgarradora en algunas ocasiones, pero sobre todo en la época estival, que es cuando todos solían reunirse en Marivent. Un palacio demasiado grande para una sola persona, por más que sea el refugio favorito de la Reina, en momentos de decaimiento y soledad.

Sin embargo, habrá que esperar para saber cuántos días pasan los Príncipes y la Infanta Elena en Palma, y si estos son suficientes para recomponer una imagen que sufre el deterioro del tiempo y la convivencia.

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Rosa Villacastín

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