Ver a Isabel Pantoja con Julián Muñoz y Maite Zaldivar sentados en el banquillo de los Juzgados de Málaga ha sido una de las imágenes más esperadas de la semana. La expectación se gestaba desde que aquél 2 de mayo de 2007 la tonadillera fuera detenida en su chalet «Mi Gitana» de Marbella. Pesan sobre ella la acusación de haber blanqueado 1.800.000 euros por lo que la Fiscalía le pide tres años y medio de cárcel y 3.680.000 euros de multa.
A pesar de todo, en un intento, evidentemente fallido, el letrado de la artista pidió la «nulidad radical» del procedimiento y denunció en su exposición, que la policía de la «UDYCO» había mantenido una «actuación inquisitorial» cuando detuvieron a Pantoja. Denunció también que la ficha policial y las huellas dactilares de la imputada se hubieran difundido públicamente, algo, esto último, que también denunció la artista en la entrevista que dio a «Espejo Público» el pasado mes de febrero. Y no se olvidó de aludir una vez más al dichoso «juicio mediático» y al «trato degradante» al que se ha visto sometida Pantoja y que según su defensa tanto ha dañado su imagen.
Durante los últimos cinco años, Isabel Pantoja, ha proclamado su inocencia, y por supuesto ha querido dejar claro que ella nunca le ha «robado al pueblo de Marbella». Su abogado José Ángel Galán asegura que todos y cada uno de los ingresos de la artista están perfectamente justificados con facturas, y contratos que avalan lo que cobró en sus galas y espectáculos.
Uno de los puntos claves en la defensa de Isabel es manifestar la disconformidad con los informes que realizó la «UDYCO» en los que se reflejan datos sobre el patrimonio, ganancias, ingresos y gastos de Pantoja.
Ha perdido muchos kilos, mantiene un semblante inerte, prácticamente inexpresivo, pero la cabeza la mantiene bien alta.Isabel Pantoja hacía uno de los paseíllos más difíciles de su vida, la entrada en los juzgados donde se iba a reencontrar con su ex Julián Muñoz y la exmujer de este, Maite Zaldivar, su principal azote en los últimos años.
Pantoja hacía su entrada en los juzgados, sabiendo que es el foco de todas las miradas; ella mantiene la compostura, el gesto, el paso firme, desea proyectar una imagen de seguridad y de entereza, pero físicamente aparece desmejorada y con el rictus inerte, inexpresiva, tan, tan diferente a como aparece en el escenario que parece otra persona.
Ya sentada en el banquillo su postura corporal era más natural, pero no más relajada; las manos en la cara, los labios apretados y resoplar de vez en cuando son síntomas de evidente nerviosismo que ni la misma Pantoja ha podido evitar durante la vista. No ha cruzado mirada alguna con Julián Muñoz y tampoco con Maite Zaldivar, Isabel solo miraba al frente, mantenía la vista fija en el Tribunal.
Isabel Pantoja ha manifestado en muchas ocasiones cuanto deseaba que llegase el día porque sigue gritando que es «inocente». Para escuchar la sentencia aún tendremos que esperar varios meses.
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Mabel Redondo