Aviso: Si a servidor le regalan un Ferrari fácilmente me puede dar un infarto, pese a que no soy un gran amante de los coches. Si me regalan dos me puedo pescar un mosqueo considerable. Ustedes no conocen mi angosto garaje comunitario. También me podría pasar el resto de mi vida realizando especulaciones sobre si ambos coches eran pareja de hecho, huérfanos que no podían separarse o a quién iba dirigido realmente este exceso de generosidad.
Esto es lo que le ha pasado al Rey. Resulta que el primer ministro de los Emiratos Árabes Unidos ha tenido a bien regalarle dos Ferraris. No uno, dos. Según las noticias no se ha producido mi personal y citado mosqueo. Únicamente ha derivado el extraño regalo al Patrimonio Nacional reservándose el llamado usufructo.
Esto todavía es más curioso si nos atenemos al total de la acepción de la palabra usufructo que une dos conceptos que paso a describir por separado.
Lo del uso sinceramente no lo veo nada claro. Son cosas de la edad, cercana a la mía por lo cual se de lo que hablo, pero hay que reconocer que los asientos de un Ferrari están muy bajos y es difícil descender hasta ellos. Una vez asentado, después de realizar todo tipo de ajustes, la comodidad de los citados asientos más el sonido (casi un susurro) agradable y monocorde del motor que se inicia al ponerlo en marcha, incita a un sueño reparador de tanto esfuerzo desplegado así como del cansancio de toda una vida. Todo ello convierte a esta máquina tan perfecta, cuando se pone en movimiento, en un elemento peligroso para la salud del conductor y viandantes. En conclusión: al uso no le veo mucho futuro.
Otra cosa es el fructo o fruto. Ahí si que hay una posible actividad congruente con el espíritu siempre positivo de un servidor. Ya lo estoy viendo: un “Royal Leasing & Rent A Car”. No solo para los dos Ferraris, existen ya muchos y diversos modelos en los Reales Garajes que podrían hacer felices a un numeroso grupo de mitómanos que alquilarían a precio de oro tan bellos automóviles con su corona y todo.
Esta iniciativa podría ser de gran utilidad pues hay que reconocer que el mantenimiento de un coche, entre carburantes, multas, depreciaciones, impuestos,
aparcamientos, revisiones, talleres, seguros, ITV y demás, se ha puesto en un pico y no están los tiempos para tantos dispendios.
Así que si a algún habitante de los Emiratos Árabes Unidos le da por regalarme un Ferrari, será muy bienvenido, pero le ruego lo ponga a nombre de mi hija.
Ya les diré los datos.
Hasta la próxima semana.
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Paco Fochs