El debate de las reformas y recortes de ayer está teniendo muchas lecturas. Casi todas malas. Y no voy a ser yo quien enmiende la plana a los especialistas. Sólo diré que Rajoy se inmoló. Qué acabó con cualquier posibilidad de reelección y que remató gran parte de su prestigio personal. Pero algo muy gordo debe estar pasando en España para que con él se inmolasen Rubalcaba y Durán i Lleida. Especialmente Rubalcaba. Porque hacía tiempo que no veía en el líder socialista una muestra de sentido común político como el que ayer llevó a cabo en el Parlamento.
Lo fácil para Alfredo P. hubiera sido echarse al monte e incendiar el Congreso. Estaba tirado. Como intentó hacer Cayo Lara pero le faltó preparación intelectual y como lo intentó hacer Rosa Díez pero le sobró histrionismo y ansias de liderazgo. El comunista y la vieja socialista tenían poco que perder y mucho que ganar dándole palos a Rajoy. Y lo hicieron. Era como atracar a una vieja. Quisieron capitalizar el dramático debate para intentar robarle votos al PSOE y, posiblemente, lo hicieran pese a que Lara no sabía de lo que hablaba y basó su discurso en frases hechas y tópicos de la izquierda y a Díez se le viese que no es más que una escisión personalista del partido socialista con un ego que cualquier día le impedirá subir a la tribuna de oradores de lo que la ensancha.
Lo que tuvo mérito fue el discurso de Rubalcaba aunque, posiblemente, no haya sido comprendido por una buena parte del PSOE y eso, como he dicho más arriba, le cueste un tremendo disgusto. O, tal vez, el cargo. Pero, a mi entender, estuvo a la altura de las circunstancias.
En España se viene hablando desde hace un par de años de un Pacto de Estado para salir de la crisis. Una especie de Pacto de la Moncloa del Siglo XXI. Y, además, se habla de él como única solución. Para todo el mundo, España necesita, en este momento, que los dos grandes partidos se pongan de acuerdo para salir de la crisis.
Bien, ayer se escenificó ese Pacto de Estado en el Congreso. De una manera tácita pero, absolutamente, clara. Estoy totalmente convencido. Pacto de Estado al que se unió Durán y Lleida porque los catalanes siempre están al plato y a las tajadas.
No se entiende de otra manera porque, ayer, el debate que pudo haber pasado a la historia como el Pleno de la Demagogia, se diga lo que se diga, pasará como el del consenso. Por eso, creo que hay que destacar el sentido común y de Estado que Rubalcaba mostró. El, mejor que nadie, sabe cómo están las cosas en España y puso su granito de arena para sacarla adelante. Es más, parecía como si los tres líderes lo hubiesen hablado antes del debate.
Estoy convencido que ese gesto será bien visto en Europa y por los mercados.
No fue fácil llevarlo a cabo.
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La sonrisa de la avispa