No hay día que no me sorprenda de algo o por algo. Empiezo a pensar que mi capacidad de sorpresa es infinita cuando mi edad hace pensar lo contrario. Y es que están pasando cosas en España que me tienen entre confundido y enmarañado. Y, cada día, lo entiendo menos.
No comprendo, por ejemplo, qué hacen los bomberos de Madrid en todas las manifestaciones de funcionarios. Y, además, que sólo les falta llevar la manguera. Yo creía que los bomberos eran los funcionarios mejor pagados de la Comunidad. Claro, que lo mismo es que tienen mucho tiempo libre…
Tampoco entiendo cómo puede haber gente que justifique la agresión que sufrió el otro día la señora Cifuentes, Delegada del Gobierno en Madrid, por un grupo de intransigentes. Yo tenía entendido que esas cosas se condenaban… Si se condena un “qué se jodan” creo que también hay que condenar insultos soeces y escupitajos…
No comprendo de ninguna manera que los cabreados por los recortes se lancen a tomar la calle cuando les dé la gana y coarten la libertad del resto de ciudadanos que, aunque cabreados también, prefieren protestar dentro de la legalidad. Pidiendo autorización para manifestarse, anunciando el recorrido… En fin, esas cosas a las que obliga la ley en los países democráticos. Y España lo es.
Y ya, en el colmo de los colmos, me deja anonadado que unos sindicalistas impidan la emisión de un informativo en Canal 9, como hicieron los golpistas del 23 F de 1981 en TVE, y que haya quién los jalee. Porque lo que intentaron los sindicalistas en Canal 9 tiene todas las características de un intento de ‘Golpe de Estado’… Lógicamente, a su nivel. Como no estaban de acuerdo con las medidas propuestas por la dirección en el ERE impidieron por la fuerza la emisión de un telediario. Blanco y en botella… Y a mí ese hecho violento me parece algo gravísimo que va contra uno de los principios de la democracia.
Las televisiones autonómicas hace tiempo que tenían que haberse cerrado o privatizado. Porque, aparte del desmesurado gasto que generan y estar todas politizadas, han perdido su objeto fundacional. Incluso, en las comunidades que comparten su idioma con el castellano.
Canal 9, concretamente, tenía que haberse cerrado o privatizado en 2003. En ese momento, se quisieron privatizar los programas y los informativos para ahorrar gastos pero con la llegada de Francisco Camps a la Presidencia del Consell todo se fue al garete. Incluso, la propia Comunidad Valenciana. Su inconsciencia e incompetencia llegaron a ser infinitas. Y de aquellos polvos vienen estos lodos.
En cualquier caso, me parece sorprendente que, en España, algunos empiecen a ver bien el incumplimiento de la ley al margen de lo mal que lo haga el Gobierno. Porque una cosa es la crítica y otra la algarada.
Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.
La sonrisa de la avispa