La política se ha convertido, en los últimos tiempos, en el arte del disimulo. Disimula el Gobierno cuando se le pregunta ,insistentemente, si estamos a las puertas de un rescate total. Disimula el señor Draghi cuando pronuncia unas palabras vagas sobre que la institución que preside se está preparando para proteger al Euro, y por ende a países como España, y consigue llevar a los mercados a la euforia.
Disimula Arturo Mas cuando pide que Cataluña sea rescatada y que papá Estado le saque del atolladero, y lo vende como si se tratara de una línea de crédito ordinaria. Disimulan todos y cada uno de los complacientes en la Comisión que sobre Bankia se ha celebrado en el Congreso. Disimulan los sindicatos cuando celebran una reunión privada con Rajoy que finalmente es un secreto a voces. Disimulan los miembros del CGPJ cuando apelan a la legalidad para que su anterior presidente Carlos Divar, que se ha ido con deshonor, pueda recibir una indemnización de doscientos mil euros.
Aquí disimulan todos, porque cuando vienen mal dadas todos se niegan a asumir responsabilidades por lo que pueda pasar. Los únicos que no disimulamos somos los ciudadanos que padecemos en propia carne los errores que se llevan cometiendo en nuestro país desde hace años y que se han sacado a la luz cuando la olla estaba a punto de estallar.
Llegados a este punto, cuando gran parte del problema tiene sus orígenes en las entidades financieras, especialmente en la politización de las Cajas de ahorro, hemos tenido que oír por ejemplo al ex presidente de Novacaixagalicia, Julio Fernandez Gayoso, decir que el sólo era un mandado, sin responsabilidad alguna en las decisiones del Consejo, cosa que seguro no decía cuando percibía de la entidad un sueldo millonario.
Claro que el argumento no era de extrañar después de haber escuchado al mismísimo ex gobernador del Banco de España repartir culpas a diestro y siniestro. Todos han sido culpables de todo menos él, que como no cree en la autocrítica se fue de rositas.
Quien si ofreció pistas fue Rodrigo Rato, que demostró conocer al dedillo la dinámica parlamentaria . Tiró de agenda y afirmó, con gran detalle, como el gobernador del Banco de España le convocó a su despacho para conminarle a la fusión con Bancanja, reconoció que dimitió porque el ministro Guindos, rechazó, categóricamente, su plan para sanear la entidad y lanzó un buen pedrusco a Goirigolzarri, alegando que su plan para recuperar la entidad era mejor y más barato ¡Toma ya !.
La otra cara de la moneda fue Elena Salgado quien dijo, sin despeinarse, que ella advirtió a Rajoy que le dejaba como herencia una desviación del déficits pero nunca le dio la cifra ¡Menuda trampa! y en cuanto a Narcis Serra, al menos reconoció que no quisieron ver el problema de la burbuja inmobiliaria ¡a buenas horas mangas verdes!. En resumen, que las comparecencias han sido un homenaje al disimulo.
Y disimulando, disimulando la realidad es que el paro sigue subiendo hasta alcanzar los 5.639.100 personas, que en nuestro país ya hay 1.737.600 familias que tiene a todos sus miembros parados y que un 53,28 por ciento de nuestros jóvenes pasan sus lunes al sol. Esa es la cruda y dramática realidad por muchos que las cabezas pensantes de este país lo intenten maquillar. ¡Qué drama!
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Esther Esteban