De la encuesta de Metroscopia que ayer publicaba El País se deducen algunas cuestiones que merecen nuestra consideración y que queremos reflejar.
En primer lugar, recordar que una encuesta refleja, aunque parezca un tópico decirlo, un estado de opinión en un momento concreto. Ese momento puede derivar, con el tiempo, en una dirección opuesta o puede prolongarse en la misma línea, pero eso ya no lo puede reflejar una encuesta concreta: será una serie o un estudio de mayor complejidad. Y es, también, un asunto propio de la llamada “cocina” de los partidos políticos que en función de sus análisis la guisarán de una u otra manera.
En segundo lugar, la encuesta de Metroscopia está circunscrita en una serie como las descritas e insiste en la tendencia ya que no sólo se repiten algunos de los datos más relevantes, sino que se acentúan. La anterior, hecha a primeros del mes que mañana termina, ya anunciaba lo que en ésta, realizada poco más de veinte días después, parece confirmar con creces: el deterioro del gobierno es directamente proporcional a dos cosas: la debilidad de nuestra situación económica y la asunción de medidas para paliarla. Cada día, miles de votantes del PP se desafectan de su partido y lo hacen, dice la encuesta, porque no sólo no se resuelve la crisis sino que las medidas, la forma en que se toman, la gestión y la actitud del líder, el presidente Rajoy, decepcionan más que otra cosa.
En tercer lugar, la encuesta pone en evidencia la falta de calado de la oposición que realizan Rubalcaba y sus compañeros socialistas; es un clamor el desinterés que su política de oposición despierta entre los españoles, y más concretamente entre sus votantes. A día de elaboración de la encuesta, el PSOE permanecía en torno a cuatro puntos por debajo de su resultado de noviembre de 2011. Sin palabras.
En tercer lugar, la encuesta dice cosas muy interesantes. Pero para entenderlas es preciso leerla relacionando campos que el periódico de Prisa no vincula. Se trata de concebir como un todo el conjunto de opiniones que rechazan la gestión del gobierno y la actuación de la oposición mayoritaria, y entenderlo como un desengaño de una importantísima mayoría de ciudadanos sobre la actitud de la política tradicional. Y vincularlo, acto seguido, con el crecimiento de las opciones como IU se consolida, aunque pierde un punto con respecto a primeros de mes, en torno al 12% – o de UPyD – 9.9%; en siete meses crece por encima del doble-, que cada vez ocupan un espacio y entre ambas amenazan con sumar más puntos que el PSOE. El PP, que cae más de 14 puntos desde noviembre, 7 en poco más de veinte días, se desdibuja en la opinión pública y pierde su tradicional fidelidad electoral entre los suyos hasta abrir un abismo en el electorado que nadie puede pronosticar a ciencia cierta cómo va a terminar.
Lo que si es cierto, y esta es la última consideración, es que al hilo de los datos que refleja la encuesta parece ser un hecho el distanciamiento que los españoles señalan con respecto a lo que conocemos como bipartidismo o política tradicional. El mapa electoral está tan abierto como el foso bajo los pies de los dos grandes partidos que son incapaces de conectar con lo sentimientos de la ciudadanía y se aíslan en su interpretación de la realidad hasta perder la perspectiva por completo.
Editorial Estrella