Probablemente hoy por la tarde se decida la suerte inmediata del preso etarra Uribetxebarria Bolinaga, ingresado en el Hospital de Donostia en donde los médicos han confirmado que, efectivamente, su situación clínica es irreversible. De acuerdo con la Ley Penitenciaria, una vez escuchados los informes médicos corresponde al juez de vigilancia penitenciaria la decisión final en torno a su situación penitenciaria.
Todo apuntan a que se le aplicará la ley en los términos más beneficiosos, de manera que el que fuera uno de los secuestradores de Ortega Lara obtendrá la libertad para afrontar su enfermedad entre los suyos. Tan seguros están de que en España funciona el Estado de derecho, tan interiorizado tienen que todos los demás tenemos más compasión que la que nunca ellos han exhibido que la izquierda abertzale y parte de los propios presos, han organizado su campaña de verano para tratar de vender, no se sabe ante quién, que si Bolinaga es enviado a su domicilio es un triunfo de su lucha y no una decisión libre y ajustada a derecho de las instituciones correspondientes.
La ley esta ahí y hay que cumplirla y en España, cuando un preso está enfermo existe el deber constitucional de atenderlo y mientras está en prisión, el Estado es el garante de su propia vida. Todo este entramado legal, tan garantista y humanitario como el que más, no hay que cuestionar, sino aplicarlo con convicción. La más que probable excarcelación de Bolinaga no será la primera que se realice por motivos de salud, de manera que no se ha roto molde alguno, no hay triunfo alguno que llevarse a la boca.
Lo que hay que cuestionar, lo que indigna, lo que hace que la memoria aflore en forma de pesadilla es que sus amigos -los de Bolinaga- hablen de «crueldad» del Estado. Ellos, ellos que ni abrieron la boca mientras el Ortega Lara se moría lentamente en un zulo indescriptible, ellos que nunca pidieron a ETA un gesto de compasión, ellos que jamás colocaron una mesa para mostrar su solidaridad con el secuestrado, ellos que bien con su silencio cómplice, cuando no con el apoyo expreso han contemplado impasibles crueldad tras crueldad no tienen el menor derecho, la menos autoridad ni la más mínima fuerza moral para pedir compasión para nadie- Y si lo hacen. Da igual, porque si a por esas caricaturas de huelga de hambre de algunos presos. Bolinaga se va a su casa, porque está enfermo y porque tanto él, como los que acusan de «crueldad» al Estado tienen la suerte de saber que a ellos también la ley les ampara.
Es probable que traten de vender que gracias a ellos, el Gobierno del PP «ha bajado la cabeza», pero todos sabemos que no es así. Deben saber que tanto las movilizaciones como las caricaturescas huelgas de hambre han resultado casi patéticas por bochornosas, porque han refrescado la memoria y el recuerdo de todos ellos durante aquellos 532 dias resulta insoportable. De ellos, lecciones de democracia, de compasión, ni una.
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Charo Zarzalejos