En el circo de Assange ya no cabe nadie. El último en aparecer bajo los focos ha sido Chávez disfrazado de defensor de las libertades de prensa y gran valedor mundial de los derechos humanos. Pero con Garzón de director de escena esa puede resultar la menor de las sorpresas porque el hombre que se considera a sí mismo, que más da si de juez, de abogado o hasta de reo si viniera el caso, el gran paladín mundial de las causas universales, lo que importa es el espectáculo. Y para tramoyas y montajes teatrales, Garzón se pinta solo. Y su poder de abducción sobre los públicos parece seguir intacto.
Porque el hecho de que nadie se pregunte cómo es posible que nos conviertan al Ecuador de Correa, ese dirigente que se mira todos los días al espejo, se indulta muy gustosamente y a continuación amordaza un periódico y a la Venezuela chavista que se dedica a encarcelar periodistas y a cerrar canales en cuanto estorban al caudillo, en referentes de libertades de expresión y garantías constitucionales. O sea, desde el punto de vista de estos progres de surtido y envoltorio, en los buenos que protegen al pobrecito Assange.
Y que los malos sean Suecia, que como todo el mundo sabe es una atroz dictadura, el país más reaccionario de la tierra, donde nunca se ha dado asilo a nadie y cuyo sistema judicial es bien conocido por sus corrupciones bananeras. Y si Suecia es así, que decir de Inglaterra, ese país que no conoce lo que es la democracia ni la separación de poderes. Y EE.UU., eso ya ni te cuento. Allí no hay ni periódicos, lo del Watergate sucedió en la Bolivia de Morales, el tercero de los buenos, y Obama ya se sabe que es el presidente mas carca de la historia, una mezcla de Reagan y Silvester Stallone.
No alcanzo muy bien a comprender la situación procesal del fundador de Wikileaks. Tampoco seguí con interés el escándalo. Sé que reveló secretos de Estado norteamericanos que le pasaban sus topos en el Pentágono. No me parecieron en su mayoría más que cotilleos de embajada y constataciones de algo que sabíamos. Pero desde luego puso furiosos a los norteamericanos.
Pero por lo que ahora sé es que el tal Assange, que es australiano, por lo que le quieren juzgar en Suecia es por delitos sexuales. Y eso ya me deja perplejo, aunque también es cierto que las causas me sonaron un tanto endebles. Pero lógicamente uno tiene para sí que en Suecia hay todas las garantías jurídicas y procesales. El miedo de asilado ecuatoriano, ¿cómo es que no fue a su propia embajada australiana?, es que una vez en Suecia estos se lo envíen a los americanos y que allí hasta lo condenen a muerte.
Muy extremada me parece la suposición, aunque es cierto que los yanquis con la seguridad y esas cosas no se andan con chiquitas y están en la cola del mundo en cuanto a la barbarie de seguir aplicando la pena capital. Pero de ahí a ello media un mundo.
Pero vamos, que convertir en referente de libertad de expresión y seguridad jurídica a Ecuador y Venezuela en detrimento de Suecia me parece que solo es posible en el circo y solo se lo pueden tragar los muy devotos fans de Assange y los entregados admiradores del director de pista, nuestro sin par Baltasar, que ya ha vuelto a conseguir estar en todas la portadas mundiales.
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Antonio Pérez Henares