El destrozo de valores llevado a cabo por el zapaterismo en España ha devenido en un frikismo que espanta. El último ejemplo de esa simpleza de pensamiento está ocurriendo en Borja, Zaragoza. Allí se está produciendo uno de los mayores fenómenos de la extravagancia de nuestra reciente historia.Y eso que, en apenas un año, empiezan a no poder contarse estas grandes ridiculeces con los dedos de una mano. Porque no deja de ser grotesco que, en Borja, miles de personas quieran fotografiarse con la pintura del Ecce Homo «restaurado» por Cecilia Giménez, una anciana de 81 años, que ha dado ya la vuelta al mundo.
La broma, fácil y grosera de unos pocos que la crearon a través de las redes sociales, ha convertido un hecho desgraciado y anecdótico en un canto a la vulgaridad y al escarnio. Y lo peor es que han convertido a una pobre vieja en un muñeco de feria mientras se lleva a cabo una burla blasfema con una imagen de la pasión de Cristo.
Es posible que Cecilia se equivocase al intentar restaurar, con toda la buena intención del mundo, una pintura destrozada que no le importaba a nadie en el pueblo. Pero no hay derecho a que una cosa tan simple haya dado lugar a un linchamiento desmedido hacia esta cándida mujer y a la puesta en escena de una afrenta exagerada hacia una imagen venerable.
Y es que lo de Cecilia está siendo una lapidación como si se tratase de una adultera islamista. Y, hablando de islamismo, me gustaría ver si estos ocurrentes serían capaces de hacer una burla parecida con la figura de Mahoma.
Pero poco se le puede pedir a este tipo de personas, carente de valores, que ni siquiera sabe escribir correctamente sus mofas y que se ha acostumbrado a vivir en el todo vale. Una gente que ha perdido su capacidad de sentir respeto, amparándose en un nuevo ‘graciosismo’, que escribe en 140 caracteres.
Es posible que este español tan estrafalario, surgido de las redes sociales y de una política educativa de ínfima calidad, justifique su proceder por tratarse de algo que llaman España Profunda y que, ante eso, todo es permisible. Seguramente, en su ignorancia, no sabe que el origen de Borja está en el Siglo V a.C. y que es una ciudad reconocida mundialmente por el prestigio de su vino, extraído de la garnacha centenaria.
En cualquier caso, me llama la atención que ninguna asociación de mujeres progresistas o no progresistas haya salido en defensa de Cecilia. Aunque no debería pasarme algo así. A fin de cuentas, esta mujer no es más que una viejecita católica de un pequeño pueblo de España.
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La sonrisa de la avispa