Mucho se ha hablado en este país de las empresas y chiringuitos públicos y de lo que nos cuestan.
Estos días, gracias a que las administraciones autonómicas sienten el aliento de la opinión pública y del gobierno central en el cogote, parece que en algunas de ellas están comenzando a actuar, en principio, sobre las que nos entran por los ojos, que son las televisiones.
La verdad es que algunos de sus datos producen rubor. Entre todas ellas suman alrededor de 10.000 empleados, triplicando los de Antena 3 y Mediaset juntas. Son una barbaridad empresarial que nos cuesta alrededor de 1.200 millones de Euros al año y cuyo presupuesto se pierde en un capítulo de personal sobredimensionado. Claramente su volumen no obedece a las necesidades reales de las empresas sino a las políticas.
Pero es que resulta que en nuestro país entre todas las administraciones acumulan 2.381 empresas públicas, 613 fundaciones y 1.029 consorcios, con una deuda próxima a los 60.000 millones de Euros. Éstas, las que en su mayoría no nos entran por los ojos, representan una gran barbaridad en la que se siguen los mismos criterios políticos que en las televisiones autonómicas, siendo en muchos casos el desagüe por donde se despilfarran nuestros impuestos.
Y se despilfarran porque su gestión está guiada no por criterios empresariales sino políticos, obligando a este país a dedicar ingentes cantidades de fondos que ahora salen, o bien a reducir el estado de bienestar o bien a incrementar los impuestos a los ciudadanos de siempre.
Justo ahora que necesitamos reducir los gastos superfluos e incluso eliminar todos los entes innecesarios para poder minorar los impuestos e incrementar el consumo, vemos que la realidad consiste en que de las 600 empresas públicas que el gobierno de Mariano Rajoy pidió a las autonomías que liquidaran, a día de hoy, tan sólo han liquidado dos de ellas. La conclusión es que no vamos por buen camino.
Creo que lo que mejor resume la actitud de la casta política ante estos hechos, es la frase inolvidable de Carmen Calvo Poyato, Ex Ministra de in-cultura en un gobierno de Zapatero, que dijo aquello de que «el dinero público no es de nadie». Esa idea creo que constituye el lema de la casta, aunque en público no lo digan para que no nos soliviantemos.
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José Luis Martín Miralles