No puedo decir que Jorge Fernández Díaz sea mi ministro favorito. Más bien al contrario. Pienso que el Ministro de Interior está más quemado que el cenicero de un bingo y que Rajoy debería ir pensando en cambiarlo porque no se pueden cometer más errores que los que ha cometido este buen hombre en apenas nueve meses. Y el caso es que la mayoría de ellos han sido por hablar a destiempo o en el lugar equivocado.
Recuerdo que ya comenzó mal, en su propia toma de posesión, cuando calificó de ejemplar la gestión de Rubalcaba. En aquel momento se me pusieron los pelos como escarpias y me dije ‘mal empezamos si dice eso del Ministro de Interior que más ha mentido en la democracia’. Después se cargó, incomprensiblemente, el mando único de la Policía y la Guardia Civil que había creado Zapatero, cuando ya había pasado la cuarentena y empezaba a funcionar como primer paso de una unificación de los cuerpos y fuerzas de la seguridad del Estado, de cara a una posterior especialización de ambos.
Pero la cosa empezó a tomar cuerpo real cuando el ministro criticó la actuación de la policía en aquello que se llamó ‘Primavera Valenciana’ y que no fue más que un intento de toma de la calle por antisistemas. Luego, claro, tuvo que rectificar. Y a partir de ahí la sucesión de errores ha sido tal que no se sabe cuál es peor. Lo del anuncio, en una radio, sobre que ‘aquel día habría una buena noticia sobre ETA’ y que puso de los nervios a la policía, fue la pera limonera.
Y en eso, llegamos al verano. A este verano. Y aquí es donde desbarra, prácticamente, a diario con el inexplicable tercer grado al asesino Bolinaga; con la peineta que le está haciendo el muñeco tele-mesiánico Sánchez Gordillo y el conflicto que le creó al Duque de Segorbe con unas declaraciones extemporáneas; con la deficiente explicación del caso Bretón, ya que cada vez que habla dice una barbaridad mayor para justificar los errores policiales, o con la disquisición que se pegó explicando el arresto de los terroristas que secuestraron a Publio Cordón. Insisto, un ministro desastre.
Pero entre ser un desastre y que ahora el mediático juez Gómez Bermúdez quiera empapelarlo porque Fernández Díaz ofreciera, el 20 de julio, todos los detalles del secuestro y muerte de Cordón a manos de los Grapo, hace 17 años, y que entre ellos dijese alguna cosa que todavía está bajo secreto de sumario, hay mucha diferencia. Es más, me parece una pasada de Gómez Bermúdez. Creo que el juez, oliendo la debilidad
del ministro, anda buscando flases. (Yo, en esto de las filtraciones de los secretos sumariales, y no sé por qué, siempre me acuerdo del caso Gürtel. Pero ese es otro tema.)
En cualquier caso, espero que el famoso juez del 11M, tras buscarle las vueltas al Ministro de Interior, inicie otra investigación sobre las fuentes que usó la autora de aquel libro llamado ‘La soledad del juzgador’, precisamente, sobre aquel inolvidable juicio y que fueron criticadas duramente por el Consejo General del Poder Judicial e, incluso, condenadas por relatar cosas que no habían sucedido. En fin…
Para quien no lo sepa, la autora del famoso libro es Elisa Beni, esposa del propio Gómez Bermúdez y, ahora, tertuliana cabreada de televisión.
La Avispa- Estrella Digital
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