martes, noviembre 26, 2024
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Sexo oral para evadirse de los problemas

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Caía la tarde y ahí estaba yo, totalmente abrumada por los problemas que se me venían encima. Me quedaba una semana para cerrar mi pequeño negocio de ropa. No por vacaciones, sino definitivamente. La crisis no se había olvidado de mí y las ventas eran casi inexistentes. Llevaba meses que después de pagar todos los gastos, apenas obtenía algún beneficio. Pero estos dos últimos meses, habían sido nefastos. Mi marido había tenido que poner dinero porque la clientela se había esfumado de un día para otro.

Apoyada sobre el mostrador y mirando a través del escaparate viendo como la gente pasaba sin echar un vistazo, como si mi tienda fuera invisible, oí a lo lejos mi I will survive de Gloria Gaynor. Era mi móvil. De repente me pareció patética la melodía que había elegido para mi teléfono.

Sin dudar me dirigí hacia el bolso y saqué el teléfono, tenía una llamada perdida de un número totalmente desconocido y un sms: “Cierra la tienda, ven a casa, quiero saborearte”.

Si digo la verdad, ni mi cuerpo ni mi espíritu se encontraba en el mejor momento como para jueguecitos. Llevaba varios días bastante apenada y con la mente ausente en casa. Pero le hice caso. Cerré, bajé la persiana metálica blindada y me dirigí a casa. Apenas 10 minutos andando.

En cuanto giré las llaves pude escuchar una música totalmente desconocida, y ahí apareció él. Con tan sólo una toalla rodeando su cadera y que se dejaba caer hasta medio muslo. «Algo minúscula», pensé. Se acercó hacía mí y me desabrochó el vestido camisero. Primero me lamió entre los pechos mientras me quitaba el sujetador, luego pasó al seno derecho, besando y lamiendo, terminando con un pequeño mordisquito en el pezón que me puso la piel de gallina. De ahí pasó al pecho izquierdo, mientras me cosquilleaba con la mano el derecho. Siguió desabrochando el vestido y me lo quitó.

Su boca bajaba hacia mi ombligo mientras su mano se sumergía en mis braguitas e introducía un dedo. Acariciando y presionando el clítoris con el pulgar y metiendo su anular dentro de mí.

Me apoyé en la pared y agarré por la muñeca su mano, intentando facilitarle los movimientos. La boca se me secaba, el corazón me latía y notaba mis entrepiernas empapadas. Con mi otra mano le quité la toalla buscando su pene y le empecé a masturbar.

Mientras, él seguía en su tarea, ya ni escuchaba la música, simplemente se oían mis jadeos y su respiración. Me apartó mi mano y mientras se deslizaba hacia mi vagina me tendió suavemente sobre el sofá. Me abrió las piernas y sumergió su cabeza entre ellas. Empezó a lamerme y a jugar con su lengua y sus dedos con mi clítoris y mi vagina, yo quería chillar, estaba a punto de llegar al orgasmo. Al darse cuenta su lengua se centro en mi clítoris y sus dedos en mi vagina. La lengua empezó a presionar y hacer movimientos rápidos, mientras los dedos entraban y salían hasta que estallé. Mi cuerpo se envolvió en placer. Un escalofrío recorría mi espalda.

Me quedé unos segundos tumbada acompañada de él y del placer, con su mirada clavada en mí. Se acercó a mi oído y me susurró: Ahora sí que estás aquí, la noche no ha hecho más que empezar.

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El Rincón Oscuro

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