miércoles, noviembre 27, 2024
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Otra vergüenza de Aguirre

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A nadie sorprende ya la actitud de Aguirre, y mucho menos la de sus acólitos, por no hablar de la de sus empleados. En los últimos estertores de Telemadrid – empresa hundida a conciencia por gestores de la inalcanzable valía de Soriano y de su sucesora, la misma a la que quieren encargar el estudio del ERE inevitable-, la empresa pública, al servicio de la vanidad y la opulencia arrogante de la nadería de Nacho González y señora, señora Aguirre, lo único que se les ocurre es viciar la comunicación con el desprecio al presidente Rajoy.

Todos conocemos el alcance de su independencia, que es tan mínimo como la sensibilidad de la presidenta, y a todos nos ofende el profundo desparpajo de sus emisiones interesadas en un único afán: hacer mejor de lo que es a un personaje que en cualquier descuido aparece llamando hijo de no sé qué a un compañero, ofendiendo a un adversario e insultando a trabajadores de la escuela, la sanidad, los bomberos o de cualquier profesión que no sea la de ser sumiso a su poder exquisito y absoluto. O matando arquitectos.

Muchos madrileños han sufrido la agonía de verse privados del afecto de la presidenta, señora lideresa: lo que ha supuesto el desprecio por su profesión o su dedicación al servicio público. Todos sufrimos su inmisericorde desatención, qué le vamos a hacer.

Pero ella, tan adicta a la lealtad cuando arroja a los infiernos a los silbadores futbolísticos, debería tener el mínimo pudor de cuidar que los empleados que tiene al servicio de causas tan prolijas como su ascensión a los máximos poderes, tuvieran – ya que están en nómina generosa- el cuidado de no volverse contra quién, en la misma línea ideológica de la reina de bastos, es el presidente de su Gobierno

Ella, que no limita la contratación de lacayos allí donde le hagan falta, debería tener la mínima lealtad al partido que la ha puesto en donde está. Mariano Rajoy, señores tertulianos de Telemadrid, es el presidente del Gobierno, y merece un tratamiento de respeto que, dicho sea de paso, no se enseña en los platós de la televisión pública. Aunque, es verdad, en Telemadrid solo se exhibe el sinsentido de Aguirre. A bombo y platillo y con los corifeos necesarios. Y el silencio de la oposición.

Editorial Estrella

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