Llegó entre las brumas del tamayazo y se va entre las tinieblas de una dimisión imprevista e inexplicada. Esperanza Aguirre no ha dejado ni un solo día de sus nueve años de gobierno sin agitar la polémica o provocar la tensión entre sus adversarios y, más aún, entre sus propios correligionarios. Tras una reunión con Rajoy de apenas unos minutos y no prevista en la agenda de los populares, un mail advertía a los medios de comunicación con cuarenta y cinco minutos escasos de anticipación de un encuentro urgente de la presidenta autonómica con la prensa. En la Casa de Correos anunció entre lagrimas que en adelante se dedicaría “a no se qué”, tras abandonar la política de primera línea aun conservando la presidencia del PP madrileño.
Empresarios, políticos y periodistas se preguntan a estas horas cual es la causa de semejante decisión. Tras un tenso debate del estado de la región y una “reentré” polémica con declaraciones incómodas contra arquitectos, cámaras de Telemadrid y sin poder asistir a inauguraciones como la de la Universidad Complutense o recibir abucheos por parte de los sindicatos policiales. Ni Rajoy ni Floriano han resuelto con sus notas de prensa o comparecencias el fondo de la cuestión, pero para muchos votantes del PP, Aguirre disfrutaba de nuevos éxitos: Eurovegas, la aparente superación de su enfermedad, etc.
A las 17.00H se manifestará la oposición socialista, que hace unos días festejaba la “derrota” política de Aguirre en el debate del estado de la región, y previsiblemente exigirá las explicaciones pertinentes a semejante decisión. Izquierda Unida, por su parte, ya ha solicitado la convocatoria de elecciones autonómicas anticipadas.
Todo apunta a que se repetirá el proceso político producido en el Ayuntamiento de Madrid con la salida de Alberto Ruiz Gallardón y la entrada en la alcaldía de Ana Botella. Eso es lo que, sin duda, desea Aguirre en este momento y así lo ha manifestado.
“Es la persona más preparada y mejor dotada para ocupar el cargo. Los madrileños no van a notar ninguna diferencia”, con estas palabras, Esperanza Aguirre se decantaba por el perfil continuista de su vicepresidente, Ignacio González, el controvertido político vinculado con múltiples casos de corrupción que nunca se han llegado a demostrar fehacientemente. Y con ese deseo se ha despedido entre lágrimas.
No basta semejante proceso sucesorio perfectamente contemplado en el artículo 18 del Estatuto de Autonomía. Son necesarias explicaciones, transparencia y claridad. No se puede ser la protagonista de toda suerte de conflictos políticos hacia dentro y hacia fuera de su partido y disfrutar de la notoriedad que ella siempre ha querido y una mañana cualquiera decir que se va a hacer cosas nuevas sin dejar aclarado el motivo que la lleva a semejante decisión.
Los madrileños y todos los españoles se merecen una clara y precisa explicación.
Editorial Estrella