No sé si Mariano Rajoy habrá respirado tranquilo al ver salir de la escena política a la que ha sido su gran antagonista dentro del PP, pero lo cierto es que con la marcha de Esperanza Aguirre ya no tiene ningún flanco al descubierto dentro de su partido. Si acaso Jaime Mayor Oreja, pero éste es una referencia más del pasado que del presente.
El caso es que la despedida de Aguirre de la política tiene conmocionada a la clase política, incluidos sus compañeros de filas y como pueden imaginarse hay especulaciones de todo tipo sobre las verdaderas razones de esa despedida.
Yo creo que con la marcha de Aguirre la política española pierde a una de las políticas con más personalidad y consistencia de cuantas hemos conocido en nuestra reciente democracia. Con Esperanza Aguirre se podía estar de acuerdo o en profundo desacuerdo pero no permanecer indiferente. Tenía, además, el don de la comunicación yendo directamente al grano cada vez que quería decir algo, y sobre todo era mujer que ejercía la libertad porque nunca perdió el tiempo en hipocresías para resultar políticamente correcta.
Aguirre irritaba a muchos de sus compañeros del PP, incluido el presidente, porque era ese verso suelto que, sin embargo, prendía en el corazón, y la razón, de mucha gente.
Podría haber sido la Thatcher española si su partido hubiera sido menos conservador en el sentido estricto de la palabra, es decir si hubiera sido capaz de arriesgar por una política del calibre de Esperanza Aguirre. Pero en el fondo la tenían miedo precisamente porque ella no se andaba con sutilezas y huía de decir lo que es conveniente para expresar libremente sus ideas.
No le va a ser fácil al PP encontrar para Madrid a una candidata o candidato de la talla de Esperanza Aguirre. Cuando alguien tiene una personalidad tan arrolladora, con las ideas claras y la capacidad de llevarlas a la practica, es difícil encontrar a alguien que llene el hueco que deja.
Ella se ha ido dejando a su segundo al frente de la Comunidad pero nadie se lleve a engaños: Ignacio González no es santo de la devoción ni de Rajoy ni de quienes llevan las riendas de Genova 13, de manera que ya deben de estar buscándole sustituto para las próximas elecciones.
Cuando alguien de la talla política de Esperanza Aguirre deja la escena política uno no puede de dejar de sentir cierta nostalgia. Se va una política que nos ha acompañado en los últimos treinta años de nuestra vida pero sobre todo una persona que ha sido capaz de agitar la vida política, de lanzar propuestas e ideas, de abordar los problemas sin pelos en la lengua, de enfrentarse con valentía a cuanto se la ponía por delante. No sé, pero tengo la sensación de que hasta sus adversarios pierden con el adiós de Aguirre. Lo que es vidente es que por la política española no han pasado muchas mujeres de su talla. Aguirre es de armas tomar, y eso le honra.
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Julia Navarro