No habrá nada nuevo, al menos en apariencia, en la segunda edición del debate regional madrileño. El histrión Aguirre será sustituido por el filón González; el resto de los actores serán los mismos. Gordo, de IU, pedirá elecciones y Velasco, de UPyD, tratará de ser constructivo. Para Tomás Gómez, del PSM-PSOE, será, en cambio, la oportunidad de erigirse, si es capaz, en la voz con autoridad para el cambio. En Madrid, González no será el cambio, sino el continuismo en versión aún más mediocre del absurdo periplo de la lideresa caída.
Ignacio González no es, ni ha sido, un tapado; González es, más bien, el que ha cumplido con el oficio de tapar, taparse y taparla. Ahora deberá poner la cara: en su falsamente improvisada presidencia del último Consejo de Gobierno, mostraba la extraordinaria alegría de quien acaba de perder a su mentora. ¿Falta de pudor? Desde luego, pero sobre todo, el colofón de una carrera trufada de sombras y sinsabores con la justicia.
A él parecía referirse Manuel Cobo cuando hablaba de una gestapillo autonómica y al entorno de él se atribuyen las recientes amenazas a Álvaro Lapuerta.
Áticos – dos comisarios cesados ¿?-, bolsas sospechosas en sospechosos viajes, pagos de cantidades ingentes de dinero en efectivo para placenteros viajes a Sudáfrica, la muerte política de Granados… González atesora una larga colección de sombras veladas y accesibles, hasta la fecha sin pruebas concluyentes de nada punible – los investigadores suelen acabar cesados- que bien pudieran haber ocupado unas páginas en la historia universal de la infamia. Pero la política es así, y el deceso institucional de la supuesta liberal Esperanza de Arco, lo ha catapultado a la primera fila del espectáculo.
Tomás Gómez debería idear una nueva estrategia si de verdad quiere tener, por fin, altura, pues la popularidad de lo que ahora tiene enfrente es tan inexistente como sus oportunidades de encabezar el futuro cartel popular a la Comunidad. Así que si quiere ganar el debate a este convidado de piedra, deberá ofrecer una alternativa sólida y veraz e ignorar al sujeto, que a estas alturas del libreto es un simple extra pagado de vanidad ocupando un puesto efímero. El verá.
El PP, por su parte, ya estará trabajando, ojalá, en algo más adecuado, sólido y presentable que este político subido de tono. Sería bueno para todos una alternativa popular que ofrezca más y mejor en una comunidad que necesita un nuevo tiempo.
Editorial Estrella