Miércoles, son las once, me voy al banco de Teresa, para mí este banco y sitio tendrán este nombre para siempre, también el grupo musical, Keane su canción Everybody’s Changing, la canción que escuché el lunes antes de venir a este parque y empezar a crear una relación de amistad con Teresa, en mi vida hay canciones para cada una de las relaciones sentimentales o estados de emoción o vivencias que me ha deparado la vida, cada vez que suena una de estas canciones rememoro esas situaciones o vivencias.
Sentado en el banco de Teresa, ya la estoy viendo venir, mi corazón, estómago y todas mis entrañas se remueven de emoción con solo verla.
Ya estamos enfrente uno de otro.
– Egun on, Tere.
– Egun on, Salva.
La vuelvo a coger por la cintura, esta vez nos juntamos más que ayer, sus pechos se aprietan contra mi pecho, le doy un beso en cada mejilla casi rozando sus labios, aprecio la misma fragancia que llevaba ayer, sin soltarme de su cintura vuelvo a repetir el saludo.
– Egun on.
Hoy viene con un vestido blanco estampado, con grandes flores rojas, parecen claveles, el pelo lo trae hoy también recogido, qué hermosa me parece Teresa, me excita esta mujer, Teresa se zafa de mi abrazo para agacharse y soltar a Zuri, la perra una vez de sentirse libre corre con alegría por los jardines, esta es la hora y media que tiene este animal para sentirse libre de ataduras y mi hora y media de una ansiada y consentida sumisión a los encantos de esta hermosa hembra.
– Teresa estás preciosa, voy a ser sincero contigo, va a ser difícil imaginarme el invierno sin verte y sin poder estar la hora y media que compartimos juntos.
– Nadie sabe Salva, qué va a pasar cuándo lleguen los malos tiempos, yo siempre vengo, tengo que pasear a Zuri, este es el mejor sitio para las dos, ya te he dicho que para mí esta hora y media es la que más disfruto después de este tiempo es cuando empieza mi monotonía.
– Tere, tú antes tenías otras ilusiones, ¿por qué no buscas una actividad? Algo que te distraiga que te guste, la vida no es igual ahora que entonces, tú ya tienes los hijos mayores, son independientes, tu marido, tiene su trabajo, él ya se relaciona con otras personas y compañeros de trabajo, además seguro que después sale de txikiteo.
Teresa me interrumpe enérgicamente.
– Eso el txikiteo, maldito txikiteo, no hay otra cosa más que el txikiteo, cuando vamos a Benidorm, vamos con otros matrimonios bermeanos, pues allí también está de maldito txikiteo, sabes cuánto tiempo hace que no voy a un teatro, al cine, a un buen restaurante, en Benidorm, sigue mi rutina como en Bermeo, conozco los Mercadonas y Carrefour, y la calle del txikiteo, mis amigas están igual que yo, cuando vamos a los bailes en los hoteles de Benidorm, a nuestros maridos es muy difícil despegarles de la barra.
Suavemente le interrumpo para intentar que se calme de este enojo momentáneo.
– Antes de casarte Teresa, tendrías, proyectos, ilusiones de soltera, seguro que tienes un don, el dibujo, la música, la literatura, algún don tienes que tener Teresa, no sé si hay Dios, o si la providencia, o un ser supremo, a una mujer tan hermosa Dios le ha regalado algún don.
Ella con una sonrisa me responde.
– Gracias Salva, qué adulador eres, me gustaría aprender informática, saber encender un ordenador, veo a mis hijos y otras mujeres como se manejan, esto me da una envidia.
– Es fácil, no es nada complicado, apúntate en un cursillo, esto va hacer que salgas de casa, que te relaciones con más gente, gente diferente a la que vas a ver todos los días apúntate en Bilbao, Teresa hay gente de nuestra edad incluso jubilados que están en la universidad, empieza, vive, despreocúpate un poco de los tuyos, ya son independientes, no necesitan chachas ni tampoco criadas, vive Teresa, empieza a vivir.
– ¡Ay, Salva! Se me olvidaba, mañana tengo que ir a Bilbao, para recoger unos resultados médicos que le han realizado a mi suegra, tengo que recogerlos a partir de las unce y media que rabia me da.
– ¿Por qué mujer? Míralo como una oportunidad, yo si quieres puedo acompañarte, tú recoges los resultados y yo hago unas visitas a un par de clientes, si quieres comemos en Bilbao y volvemos.
Teresa me mira con una sonrisa y su cara expresa duda, para responderme rápidamente.
– ¡Vale! Así me dices donde está la calle en la que está el gabinete médico, porque yo en Bilbao no conozco nada, creo que me perdería, lo de comer no sé si podré hacerlo.
– Bueno, lo de comer es un decir, pero un café sí vamos a tomar juntos y luego volvemos juntos, para ir podemos coger el autobús de las diez.
– Nada de autobús, vamos en mi coche, quedamos aquí en el parking de este parque, vamos por Bakio, no vaya a ser que nos vean y la gente hable lo que no tiene por qué hablar.
– Vale Tere, mañana a las diez en la entrada del parking, yo no me imaginaba que tenías carnet de conducir.
– Si lo tengo desde hace bastantes años, cuando voy a Bilbao, siempre aparcamos en el parking del Corte Ingles, en la Gran Vía, yo no paso nunca de esta zona, entre Zara, el Corte Inglés y tiendas cercanas a la Gran Vía. Lo más lejos que voy con el coche es a Benidorm y siempre conduce mi marido o mis hijos.
– ¿Qué coche tienes?
– Mi coche es un Renault Megane de color blanco, mañana voy a aparcar cerca de la salida del parque de la Pérgola.
Teresa se levanta, llama a la perra, yo por inercia la sigo y también me levanto, los dos estamos en pie ella grita.
– Zuri, Zuri, donde se ha metido la perra.
– Está detrás de ti, Tere.
– Estoy nerviosa.
Teresa se agacha para enganchar a la perra parece querer marcharse hoy más rápido que los otros días.
– Yo también estoy nervioso ¡Agur bihar arte!
Le doy dos besos de despedida en las mejillas como todos los días, al cogerla por la cintura he notado que está más tensa, ella me responde nerviosamente.
– ¡Agur Salva! Hasta mañana, recuerda Renault Megane, blanco, a la salida del parking.
Ella se aleja, no dejo de mirarla, ella se da la media vuelta me mira y me sonríe, me hace un gesto de saludo con su mano.
Hoy después de despedirnos y haber quedado para mañana, he notado que Teresa estaba nerviosa, yo también lo estoy, ella como yo sabemos que mañana nuestra relación de amistad puede cambiar a otro estado o situación, tengo miedo a perderla o puede que al compromiso, Teresa y yo intuimos que mañana algo puede pasar. Hay otra parte de mí que piensa, lo que tenga que ser, que así sea.
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El Rincón Oscuro