Es difícil catalogar en importancia el daño que insistentemente hace la política sobre el poder adquisitivo de los españoles. Ahora se anuncia una nueva congelación salarial en la función pública ,al tiempo que los rumores desmienten otros rumores sobre la pérdida de capacidad de las pensiones.
Ha subido el IVA, tasas municipales, las retenciones salariales y servicios públicos que se encarecen en espiral desde hace meses. Las condiciones para percibir el desempleo o las ayudas adicionales a parados que han terminado de percibir el subsidio son también un hecho. ¿Qué es más grave? Parece difícil generalizar, pero grave lo es todo porque las condiciones de vida se endurecen. Tasas universitarias, becas de libros o la alimentación en los comedores escolares complementan el viaje a la pobreza en el que se suman cientos de miles de hogares españoles.
Grave es todo porque se desmorona eso que ya ni siquiera es bienestar: copago farmacéutico o reducción de los tratamientos médicos previstos en la sanidad pública. Todo es asunto de debate, pero sobre todo es asunto de padecimientos y rigores más allá de cualquier debate. ¿Lo más grave? Insistimos. Más de cinco millones de parados sin expectativa ni esperanza. Empleados que no duermen pensando en que van a perder el empleo. Angustia y sufrimiento, sin paliativos posibles.
La política económica divide a la opinión pública y el Gobierno se empeña en cumplir obligaciones que deben ser seguramente inevitables. Pero todo va mal y no hay luz ni visibilidad en la profundidad de este drama nacional.
Queda, como consuelo colectivo, la extraordinaria alegría que nos dan los gobiernos autonómicos empeñados en convocar elecciones, hacer referendos o sustituir presidentes. Alivia saber que sólo piensan en el bien de los ciudadanos y que por eso actúan así.
Editorial Estrella