Francisco Rodríguez ha presentado su renuncia como alcalde de Orense. Antes, había perdido la confianza de los ediles del Bloque Nacionalista Galego con cuyos votos gobernaba mediante un acuerdo. El alcalde es víctima de un procedimiento judicial por el que fue detenido, una operación conocida como «pokemon», que condujo a sureclusión pfreventiva y a su libertad bajo fianza de seis mil euros. Por su parte, el PSOE le ha suspendido de militancia, una decisión interna que afecta a sus derechos como militante del partido. El PSOE ha sido, pues, diligente en la sanción preventiva del regidor y ha actuado según los criterios de una ética que no sólo se fundamenta en la certeza de las cosas sino también en la apariencia que ésta conlleva.
Lo que sorprende no es todo esto: no es más que una gota de agua más en el océano de la podredumbre administrativa que rodea la vida local española; lo que realmente impresiona en la facilidad con la que se responde contra unos en el interior del PSOE y se pasa de puntillas con respecto a otros del mismo partido.
Galicia es la tierra de José Blanco, el dirigente político que desarrolló toda su carrera política, a falta de otra, a la sombra de unos u otros cargos públicos de su partido a los que iba desfigurando con dentelladas de ambición y hasta que, aupado por los compañeros de Tamayo y José Luis Balbás, ganó junto a Zapatero el congreso socialista de la división interna. Blanco, llegado a un ministerio inversor, fue descubierto por las cámaras de seguridad de una gasolinera, en reuniones dentro de los vehículos de los que se desconoce si repostaban, pero en los que, al parecer, recibía a empresarios, sentado en la parte trasera y no en el despacho ni en la sala de juntas del ministerio. Denunciado por corrupción su caso se denomina «campeón» y está pendiente de finalizar la instrucción.
Uno de Lugo, el otro de Orense. Lo interesante de este caso es que al de Orense le han abierto la puerta de salida para evitar cualquier contaminación pre electoral, electoral o puramente política; a José Blanco nadie le abrió la puerta sino todo lo contrario. Todos sus jóvenes acompañantes gustan de cargos en puestos políticos y hasta hace bien poco el mismo disfrutaba de la retribución como ex ministro y de su sueldo de diputado. Por no quitarle no le han quitado ni la mesa del despacho ni el mantel de sus comidas que factura en la caja de la calle Ferraz.
¿Doble rasero? El PSOE tiene doble rasero, sin duda; José Blanco, doble vida, según se desprende de sus actos públicos y privados. Y el señor Rubalcaba, su jefe de filas, una doble moral que avergüenza a cualquiera que tenga dos dedos de frente.
Editorial Estrella