Está bien que las entidades demoscópicas, como Metroscopia y el propio CIS, nos informen de los resultados de sus sondeos sobre la actitud, opiniones e intereses de los españoles en torno a las situaciones derivadas de la crisis económica. Lo que pasa es que a los observadores de la realidad no nos aportan casi nada nuevo que no sepamos. «El País» titulaba en su portada, sobre el sondeo de Metroscopia, que la fidelidad de los grandes partidos, PP y PSOE, se desploma en plena campaña electoral de Galicia y Euskadi. Bueno, en realidad, el desplome ya se había ido produciendo a lo largo de los meses pasados. Quizá maticen más en la aseveración de que sus propios votantes les dan la espalda. Las cifras en ese sentido son escalofriantes, pero nada que no fuese rigurosamente esperable a la vista de la realidad política y económica generada por el comportamiento de los dos partidos ante la crisis. Poco consuelo para el PSOE constatar que su diferencia en intención de voto con la del PP se ha reducido a seis puntos, pues las expectativas de ambos partidos son numéricamente ridículas.
Terrorífica es la valoración de los dos líderes, Rajoy y Rubalcaba, mucho más hundidos que sus propios partidos. Nada sorprendente. El Gobierno PP se deslegitima al aplicar unas medidas absolutamente contrarias a su programa electoral. De ahí la justísima demanda de un referéndum para poner eso en orden o de unas nuevas elecciones generales. El creciente movimiento popular que llena las calles y plazas de las ciudades coincide milimétricamente con los resultados de Metroscopia y CIS, para que luego diga Rajoy esa gran simpleza de la mayoría silenciosa que, a su juicio, apoya al Gobierno. La mayoría, silenciosa o no, no apoya al Gobierno, pero tampoco al principal partido de la oposición. Cuidado con la posible quiebra del sistema, que o da cabida y protagonismo a las reivindicaciones de los movimientos populares o puede quedarse vacío y sin sentido. Mediten en el tema de ese referéndum que pudiera abrir el camino de un proceso constituyente que regenerase la vida política de este país.
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Pedro Calvo Hernando