Resulta que, según el candidato a presidir el Consejo General de Ciudadanía Española en el Exterior José Manuel Castelao «Las mujeres, como las leyes están para violarlas». Y yo me pregunto ¿De donde ha salido semejante espécimen? ¿y por qué fue propuesto por el presidente del Consejo y su nombramiento, según ha dicho el ministerio, fue avalado por el 74 por ciento de los consejeros representantes de todos los partidos políticos?.
No creo que el machismo de este individuo haya aparecido de la noche a la mañana y aunque ahora todos juran y perjuran que jamás se le había oído un comentario de este tipo, yo simplemente no lo creo. La frase, que se define por sí sola, emana odio y rencor hacia las mujeres, tanto que hace daño no solo ética sino estética y hasta físicamente tener que reproducirla. Odia a las mujeres y se ríe de las leyes o lo que es igual de grave en un cargo público y en un departamento que requiere especial sensibilidad hacia lo uno y lo otro.
A mí me parece muy bien que los socialistas- aunque estén arrimando el ascua a su sardina electoral- pidan al fiscal general que investigue si las palabras de semejante personajillo son constitutivas de un delito, porque invitan a la discriminación y a la violencia de las mujeres. La diferencia puede estar en que él, ahora, pedirá que las leyes en su caso se cumplan y se tenga en cuenta la presunción de inocencia o pondrá la siempre socorrida excusa de que en ese momento padecía una especie de enajenación mental transitoria, eso sí.
A una le sigue escandalizando, aunque no se por qué, que en esta sociedad del siglo XXI sigan apareciendo retrógrados de este tipo, machistas recalcitrantes que enseñan el pelo de la dehesa a la mínima ocasión. La ultima vez que escribí sobre el machismo lo hice por una sentencia del juez Juan del Olmo -antaño instructor del 11-M- que sostuvo que el hecho de que un maltratador condenado llame a su esposa «zorra» y le jure que la meterá en una caja de pino, no es un insulto sino una forma de poner en valor su astucia. Dije entonces que había que ser retorcido o tener ganas de retorcer la ley para afirmar que, cuando alguien llama «zorra» a una mujer lo que está describiendo es a un animal que debe actuar con especial precaución a fin de evitar riesgos.
Escribí entonces y sostengo ahora que solo desde la intencionalidad más absoluta se puede utilizar una palabra -que todo el mundo sabe cual es su significado común- para dar la vuelta a la ley y reducir la condena de un año de prisión a ocho días de localización permanente. Se daba la circunstancia de que este maltratador ya había sido condenado anteriormente por violencia machista contra su mujer, y que llamó al hijo de ambos para que le dijera a su madre que dado que la justicia no hacia nada él se la iba a tomar por su mano «que la vería en el cementerio, en una caja de pino». ¿Qué más se puede decir para amenazar, amedrentar, humillar y atemorizar?.
Cuando un día sí y otro también se producen asesinatos y violaciones de mujeres a manos de su pareja, cuando nos hemos dotado de leyes a favor de la igualdad y contra la violencia de genero, cuando hacemos esfuerzos ímprobos por desterrar de esta sociedad ese machismo repugnante de hecho y de derecho que se agazapa bajo múltiples y camaleónicas formas, lo mínimo que podemos exigir es que quienes se encargan de hacer justicia y, más aún, quienes son nuestros representantes públicos en las instituciones no minimicen el problema o hagan apología de la violación como si no pasara nada.
Es verdad que el tal Castelao ha dimitido pero siempre nos queda la duda de cuantos «Castelaos» hay sueltos por ahí y, en definitiva, en manos de quien estamos. A mi no me gusta que todo se utilice para hacer política partidista, pero menos me gusta el estruendoso silencio de algunos. Por supuesto que la ministra de Empleo Fátima Báñez no es responsable de lo que ha dicho este machista -por mucho que dependa de su departamento- pero no estaría de más que la escucháramos decir alto y claro lo que piensa -y sé perfectamente que le repugna- cuando alguien ofende de manera tan grave y gratuita a todas las mujeres. El silencio es mal asunto en este tipo de temas. Hay silencios inexplicables.
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Esther Esteban